Atrapada en un laberinto de agua salada cerca de las costas de Mallorca, la ballena gris «Wally» agoniza débil y sin comida.
Wally se perdió hace dos meses. En lugar de seguir su curso junto con los demás miembros de su familia, esta ballena gris se desvió por el Estrecho de Gibraltar. Después de vagar durante semanas buscando la salida, terminó en las aguas de Mallorca. Asustada por las fotografías de los turistas, los botes locales, la soledad y la falta de comida, agonizó durante varios días. Hoy, las autoridades podrían tomar la decisión de sacrificarla.
Una decisión humana
Había poco que Wally pudiera hacer por sí misma. A pesar de ser tan joven (no más de dos años), medía ya 8 metros de longitud. Se estima que venía del Océano Pacífico, donde otros cetáceos como él viven en comunidades que los hacen sentir seguros y protegidos. Además de eso, en su hábitat natural pueden tener acceso a la alimentación y espacio vital que necesitan para desarrollarse con salud y bienestar.
La ballena gris no encontró nada de esto en las playas de Santa Ponsa, un municipio típicamente para turistas en Mallorca. Desde el jueves, las autoridades locales identificaron que había reducido su peso considerablemente. Según la cobertura de El País, estaba agonizando: sin alimento y espacio para nadar, sus posibilidades de sobrevivir eran mínimas.
Hace tres días, además, la misma ballena gris fue avistada en Ibiza. Por su condición, se piensa que Wally lleva desorientada por lo menos dos meses. Debora Morrinson, la directora de conservación de Palma Aquarium, no podía dejar de notar que la respiración del cetáceo era cada vez más lenta. A bordo de una lancha de la organización Save the Med, la experta lo observaba lentamente perder la vida.
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Un laberinto de agua salada
La experta intentó lo más que pudo alejarlo de la costa para evitar que quedara varada y se asfixiara. Sumando estos factores de bienestar general, diversos expertos consultados decidirán si Wally será sacrificada.
Ésta no es una decisión de caza deportiva ni de maltrato animal. Por el contrario, evitará, si se decide a favor de su sacrificio, que la ballena siga sufriendo. Aunque tiene más de 10 años que un ejemplar así no se detectaba en el Mediterráneo, una constante persiste: no es una buena noticia para la vida de este ejemplar.
No sólo eso, según el catedrático de zoología de la Universitat de Valencia Juan Antonio Raga, el hecho de que un ejemplar así se haya perdido «significa que algún factor la ha hecho huir del Pacífico”. De manera paralela, la intención del Govern de las Islas Baleares, explican fuentes de la Consejería de Medio Ambiente, es que no quede varada en la playa, pues pesa toneladas. Raga prefiere, sin embargo, que “la naturaleza siga su curso”.
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