Para los seres humanos, el oro es el mayor reconocimiento que hay. Pero ¿podríamos arrebatárselo a los campeones del reino animal?
Cada 4 años, se elige una sede para reunir a los mejores atletas olímpicos, cada uno de distinta raza, cultura y contexto, para competir en armonía y llevar las capacidades humanas al límite.
Sin embargo, no es ningún secreto que estas «capacidades» son bastante escasas cuando se les compara con las del resto del reino animal. Proezas físicas como derribar un árbol o romper la barrera del sonido solo nos han sido posibles gracias a nuestra capacidad tecnológica, mientras que existen animales cuya mera biología basta para igualarnos o hasta superarnos.
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Esto es lo que pasaría si los animales decidieran convertirse en atletas olímpicos y participar en el máximo evento deportivo del año.
Carreras terrestres
Velocidad
El maestro de la velocidad terrestre no es una sorpresa para nadie. Y aunque completaría los 100 metros planos en menos de 2.5 segundos, hay un par de cosas que vale la pena mencionar sobre la velocidad del chita.
Llegar a su impresionante límite de 120 kilómetros por hora toma tiempo, distancia y mucha energía. De hecho, no sería capaz de alcanzarla durante la prueba, ya que se requieren unos 200 metros de aceleración previa.
Además, este es un estado que no puede sostenerse por más de algunos segundos. Durante un sprint, todo el cuerpo del chita es llevado al límite. Si no se mide con precaución, su cuerpo podría alcanzar un sobrecalentamiento crítico con implicaciones de daño cerebral permanente o, incluso, la muerte.
El segundo lugar corresponde a una presa que, en numerosas ocasiones, logra escapar con éxito de sus garras: la gacela saltarina.
Quizás para el orgullo de la humanidad, el tercer lugar podría llevárselo, luego de un riguroso entrenamiento y cuidados especiales, un caballo de competencia.
Este último participante, quizá el embajador de los atletas olímpicos humanos más prometedor en esta competencia ficticia, sería también un excelente candidato para los eventos de resistencia.
Resistencia
Sin embargo, su capacidad solo bastaría para valerle el bronce, al verse opacada por los mejores maratonistas de cada continente: el «antílope americano» (un ungulado que, a pesar de su nombre y apariencia, no pertenece realmente a esta clasificación) y el avestruz. Esta última puede sostener velocidades cercanas a los 50 km/h durante kilómetros. El oro y la plata se disputarían entre estos dos.
Levantamiento de pesas
Este es un asunto complicado de abordar. Pocos animales cuentan con la desteridad para manipular la barra de pesas y habría un gran sesgo hacia los primates con pulgares opuestos como nosotros.
Aquí, el gorila de montaña se coronaría con el oro sin duda. Aunque es una cifra difícil de verificar en práctica, si se estima la capacidad muscular máxima de un gorila usando la de un halterófilo profesional y considerando la masa muscular de estos, puede concluirse que estos podrían levantar cerca de una tonelada.
Luego, un competidor inesperado se llevaría la plata: el elefante africano, capaz de levantar troncos de más de 300 kilos con su trompa.
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Finalmente, el bronce sería entregado a un orangután, un chimpancé o, con muchas posibilidades en contra, a un atleta olímpico humano.
Natación
Velocidad
Al igual que su contraparte terrestre, simular la competencia de velocidad acuática también parte de un líder indiscutido. El pez vela puede alcanzar velocidades de hasta 110 kilómetros por hora. Siguiéndole de cerca, el pez espada, un pariente de su mismo orden taxonómico, puede llegar a superar los 100km/h, mientras que el tiburón mako se acerca a los 70 km/h. Claro, asumiendo que logra competir tras pasar la prueba de dopaje…
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Nado sincronizado
Finalmente, el oro de nado sincronizado dependería de las reglas de la competencia, como el tamaño del tanque o el número máximo de atletas olímpicos.
Si se trata de un pequeño grupo de individuos, los pingüinos o los lobos marinos serían los mejores candidatos.
Por otro lado, si se retiran todas las limitaciones, una escuela de sardinas daría un espectáculo de proporciones históricas. Sin practicar, son capaces de aglomerar miles o incluso millones de peces en una sincronía impresionante, haciendo bruscos cambios de velocidad y dirección; sin colisiones y en sintonía prácticamente perfecta.
En los Juegos Olímpicos se premiará a más de mil atletas olímpicos a lo largo de más de 300 competencias, por lo simular este escenario ficticio para cada una de ellas sería un ejercicio de imaginación titánico (pero bastante divertido).
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