Hace más de 60 millones de años que los dinosaurios dejaron de caminar por la Tierra. Este acontecimiento trajo diversas repercusiones no solo para la historia del planeta, sino para otros seres vivos. Ejemplo de ello son las serpientes. En el momento en que los grandes reptiles se extinguieron, la evolución de las serpientes se aceleró y dio un paso enorme.
La desaparición de los dinosaurios dio paso al periodo Cenozoico. En éste, las serpientes se diversificaron para dar lugar a las casi 4.000 especies que hoy en día se conocen. La clave de esa ramificación tuvo en la dieta una de las causas principales.
«Encontramos un importante estallido de diversificación de la dieta de las serpientes tras la extinción de los dinosaurios, y también encontramos que, cuando las serpientes llegan a nuevos lugares, a menudo experimentan estallidos similares de diversificación dietética», afirma Michael Grundler, de la Universidad de California, autor del estudio junto a Daniel Rabosky, de la Universidad de Michigan, ambas en Estados Unidos.
El estudio tomó datos recopilados después del análisis de las dietas de 882 especies de serpientes vivas. Éstos se compararon mediante complejos procesos matemáticos con la dieta de sus antepasados que sobrevivieron a la extinción masiva de los dinosaurios.
Cuando las serpientes compartían suelo con los grandes reptiles, su dieta era básicamente a base de insectos. Tras la fulminante desaparición de los dinosaurios, la dieta de las serpientes viró de manera drástica y comenzaron a consumir aves, peces y pequeños mamíferos, que también florecieron tras la extinción de los dinosaurios.
En la actualidad, las serpientes llevan una dieta bastante variada: ratones, lagartijas, insectos, peces, ranas e incluso huevos para sobrevivir. Se han dado casos de serpientes que han atrapado a presas del doble o triple de su tamaño, como es el caso de cocodrilos, caimanes o vacas.
Las serpientes habitan en todos los continentes a excepción de la Antártida, lo cual también refleja la adaptabilidad que tienen a diversos ambientes, climas y condiciones físicas.
Asimismo las hay de todos los tamaños: desde la más pequeña del mundo (la serpiente hilo) que mide alrededor de diez centímetros (el tamaño de una lombriz de tierra) hasta la pitón reticulada, que puede alcanzar los nueve metros de largo.
La serpiente es una especie que hoy tiene que luchar por su supervivencia, pues diversos factores amenazan su vida. Principalmente es la mano del hombre la que juega en su contra con el crecimiento de la población y la destrucción del hábitat de la serpiente.
La caza no reglamentada y clandestina también juega en contra de este animal, ya que la serpiente es buscada para venderse como mascota. Asimismo, existe un tráfico ilegal de piel de serpientes que se vende en el mercado negro.
La introducción por parte del hombre de especies exóticas, animales salvajes o domésticos introducidos por el hombre como el jabalí, perros, gatos, o visones depredan gran cantidad de serpientes afectando sus poblaciones.
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