Durante 99 millones de años, una hormiga del infierno ha permanecido atacando a su presa, en una escena congelada en ámbar.
Una batalla feroz se libró hace 100 millones de años: una hormiga del infierno, con las fauces abiertas, devoró a un pariente lejano de las cucarachas contemporáneas. Imágenes así eran comunes en la era prehistórica, cuando las hormigas no tenían el tamaño con el que las conocemos hoy, y más bien se caracterizaban por una mandíbula prominente con la cual sujetaban a sus presas.
A pesar de que incluso se les conoce por un nombre coloquial, las Ceratomyrmex ellenbergeri son extremadamente raras. Hoy en día, se cuentan con pocos fósiles de estos insectos completos. Por esta razón, el hecho de que un equipo de científicos encontraran una en el auge de una batalla para conseguir la cena conmocionó a la comunidad de paleontólogos en todo el mundo.
Una hormiga «preparando la cena»
Las hormigas son algunos de los insectos más diversos en todo el mundo. Al día de hoy, se tiene registro de 12 mil 500 especies distintas, y se estima que existen otras 10 mil sin observar todavía. Por esta razón, ninguna de las que viven actualmente se asemejan a las dimensiones de las hormigas del infierno, de las que no se conserva ninguna con vida.
Diversos esfuerzos paleontológicos han hallado restos de estos insectos en Myanmar, Canadá y Francia. Recientemente, se encontró un ejemplar casi intacto envuelto en ámbar, «preparando la cena». Con respecto al hallazgo, el experto en evolución social de los insectos, Phillip Barden del Instituto de Tecnología de Nueva Jersey (NJIT), señaló lo siguiente:
«El comportamiento fosilizado es extremadamente raro, especialmente la depredación. Como paleontólogos, especulamos sobre la función de adaptaciones antiguas utilizando la evidencia disponible, pero ver a un depredador extinto atrapado en el acto de capturar a su presa es invaluable».
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Con este descubrimiento, los científicos encargados de este proyecto de investigación destacaron que la mandíbula inferior de estos animales es única entre los insectos.
Un ataque congelado
Las fauces de las hormigas del infierno eran móviles, y se podían adaptar al tipo de presa que tenían enfocada. Con ésta, podían capturarlo y atenazarlo con un cuerno en la cabeza. A pesar de que la existencia de esta protuberancia se especuló en el pasado, el caso de este ejemplar atrapado en ámbar confirmó la teoría.
A diferencia de las hormigas de hoy, que sólo pueden mover las mandíbulas horizontalmente, las de las hormigas del infierno eran increíblemente flexibles, según Barden:
«Desde que se desenterró la primera hormiga del infierno hace unos cien años, ha sido un misterio por qué estos animales extintos son tan distintos de las hormigas que tenemos hoy. […] Este fósil revela el mecanismo detrás de lo que podríamos llamar un ‘experimento evolutivo’, y aunque vemos numerosos experimentos de este tipo en el registro fósil, a menudo no tenemos una imagen clara de la vía evolutiva que los condujo».
Hoy en día, se piensa que este tipo de hormigas preceden al ancestro común de todos estos insectos, que incluso durante la prehistoria, eran muy diversos. Se sabe, además, que estas hormigas monstruosas no podían mover mucho la cabeza, así que atacaban a sus presas con la boca hacia abajo.
Éste no es el caso para las hormigas de hoy, cuya anatomía permite que tengan la boca hacia adelante. Esta condición les ayuda a mantener sus cabezas relativamente paralelas al suelo para que, de esta forma, puedan mirar hacia arriba y tener una perspectiva de su entorno.
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