Miles de peces dorados masivos que fueron ‘liberados’ por sus familias humanas están invadiendo los ríos canadienses, y amenazan a la fauna local.
La invasión de peces dorados empezó en Hamilton Harbour. Antes conocido como ‘Burlington Bay’, se encuentra en el extremo occidental del lago Ontario, en Canadá. En este punto confluyen varias arterias fluviales significativas del país, que dan hogar a diferentes especies nativas. Lo que es más: es un punto clave para el desove de peces que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.
Por el volumen de peces invasores —y más que nada, por su tamaño—, las autoridades canadienses de sanidad lanzaron una alerta ecológica: la propagación de decenas de miles de peces dorados amenaza la fauna de los ríos en el país. Muchos de ellos vienen de casas humanas, y fueron liberados en un afán de ‘devolverlos a la naturaleza’ —o de franco desinterés por mantener al animal en buenas condiciones.
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Peces gordos, problemas pesados
Hasta ahora, Fisheries and Oceans Canada ha registrado 20 mil peces dorados, que se propagaron por los ríos canadienses sin control. La institución informó por medio de su cuenta oficial de Twitter que la invasión de peces dorados se constituye, principalmente, de «descendientes de mascotas abandonadas«.
Aunque en el número de peces invasores en sí mismo es alarmante, lo que verdaderamente inquieta a los conservacionistas locales es el tamaño de los animales. Algunos de ellos, aseguran, han llegado a pesar poco menos de 1 kilo y medio. La raíz de la invasión, sin embargo, no está en tener mascotas de este tipo, sino el manejo que se les da cuando las peceras se convierten en una inconveniencia para los hogares canadienses.
«Las ciudades de América del Norte han estado construyendo cada vez más estanques de este tipo en los últimos 40 años para capturar la lluvia y la escorrentía», explica Fischeries and Oceans, «y los peces dorados invasores están floreciendo en miles de ellos».
By tracking these goldfish, we’ve learned that they’re breeding in Hamilton Harbour and targeting key spawning sites for native species like Northern Pike? – tearing up aquatic plants for food and clouding the waters with their waste. pic.twitter.com/KYb9JJrAfg
— Fisheries and Oceans (@FishOceansCAN) November 30, 2021
Al ser ‘liberados’ a un entorno natural, las mascotas descartadas se alimentan de los recursos que antes ocupaban las especies nativas. A falta de comida, muchos de los animales endémicos perecen, y la invasión de peces dorados adquiere dimensiones poco controlables.
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Invasores súper-resistentes
Además de estar terminando con los recursos naturales, la invasión de peces dorados ha demostrado que la especie resiste condiciones ambientales extremas. De acuerdo con el biólogo Nick Mandrak, de la Universidad de Toronto, la mayoría de los lagos canadienses en donde se les descarta están altamente contaminados:
“El agua no solo es poco profunda, los niveles de oxígeno son extremadamente bajos y las temperaturas pueden alcanzar más de 30 grados en el verano”, dice el especialista para EuroNews.
A pesar de que el ambiente no es necesariamente amable con ellos, los peces dorados han logrado sobreponerse a la adversidad. Por ello, cuando llegan a aguas más tranquilas, arrasan con los recursos disponibles. Y suben de peso. Y dejan a las especies nativas sin muchas alternativas.
Lo que es más: para sobrevivir sin oxígeno por largos periodos de tiempo, «los peces dorados han desarrollado un sistema metabólico especial, que a veces les permite sobrevivir hasta cinco meses sin oxígeno«, explica la corresponsal Hannah Loss para Scientific American. El problema ha escalado tanto, que las autoridades canadienses encuentran la única solución en prevenir este tipo de escenarios desastrosos.
Para evitar que la fauna nativa se vea más afectada, Fisheries and Oceans pide a la población que no ‘libere’ a sus mascotas a la naturaleza. La invitación enérgica viene de la necesidad de mitigar los daños ya ocasionados por las familias que descartaron a los peces en los lagos canadienses. A final de cuentas, no se hubieran convertido en invasores súper-resistentes si no los hubieran puesto ahí en primer lugar.
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