Desde el año 2009 una decena de nuevas especies de peces y corales, entre ellas la espectacular iguana rosada, han sido descubiertas en el archipiélago ecuatoriano de Galápagos, región que demuestra ser una fuente inagotable de trabajo para biólogos y científicos.
Este es un lugar donde los descubrimientos y las interrogantes para el ser humano no se agotan.
Coordinados por el Parque Nacional Galápagos (PNG), decenas de investigadores y biólogos de instituciones de todo el mundo trabajan sin cesar observando los ecosistemas de estas islas y descubriendo a cada momento los frágiles modos de vida, sus metabolismos y los seres que viven en el hábitat más prístino del planeta.
Los estudios científicos arrojan resultados cada cierto tiempo. Así, los biólogos mexicanos, y el ministerio de Ambiente de Ecuador, confirmaron la existencia de dos nuevas especies de peces: el «Scorpaenodes sp» y el «Gobiomuros sp«, de entre 10 y 25 centímetros de longitud, localizadas en las zonas rocosas y de arrecifes de las islas San Cristóbal, Santa Cruz, Santa Fe, Española e Isabela.
«El descubrimiento de estas dos nuevas especies marinas confirman que Galápagos es un laboratorio viviente en el que aún no se conocen todas las especies que coexisten en él«, comentó el Director del Parque Nacional Galápagos, Arturo Izurieta. Según dijo, esto «contribuye al conocimiento de la fauna marina, ciencia e investigación de los ecosistemas únicos de Galápagos».
Los dos peces se suman a las 2,900 especies ya identificadas en la reserva marina de esta zona insular, un 25% de las cuales son endémicas de Galápagos.
A comienzos de 2009, un sorprendente descubrimiento se realizó en el volcán Wolf de la Isla Isabela. Investigadores de la universidad italiana Tor Vergata, encontraron una iguana rosada con características diferentes a las marinas de color negro y a las terrestres de color amarillo en sus lomos y crestas.
La localización de la iguana rosada, calificada como «fósil viviente» es un hecho fascinante para la ciencia. «Es sorprendente haber encontrado en el siglo XXI un hallazgo de estas características», comentó el biólogo ecuatoriano Washington Tapia.
En el año 2012, científicos catalogaron una nueva especie de tiburón gato: el «Bythaelurus giddingsi«, habitante de profundidades entre 400 y 600 metros en las también llamadas «islas encantadas». El escualo tiene una piel marrón con puntos claros distribuidos en su cuerpo y alcanza los 30 centímetros de largo.
El mar galapagueño brindó también a la ciencia nuevas especies de corales. Estudios de las universidades estadounidenses de Miami y Southampton identificaron tres organismos coralinos en los arrecifes y acantilados de las islas Darwin y Wolf de Galápagos.
Una de estas especies, que se creía extinta, logró superar el fenómeno de «El Niño» que azota las zonas tropicales y acaba con estos animales. Este descubrimiento sugiere «que algunas especies de coral son más resistentes de lo que pensábamos«, dijo el jefe investigador Terry Dawson.
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La Fundación Charles Darwin (FCD), con sede en esta región isleña, dio a conocer en 2010, los resultados de un trabajo sobre los líquenes de las islas y anunció que 10 nuevas especies se incorporaban al conocimiento de la ciencia.
«Estos descubrimientos son inspiración para profundizar nuestros conocimientos sobre la biodiversidad galapagueña», señaló en aquella ocasión Frank Bungartz, jefe de colecciones de la FCD.
Pero la lista de descubrimientos no acaba ahí. En 2013, pescadores artesanales entregaron a las autoridades un raro pez de la familia «uranoscopidae» con boca redonda y cuerpo alargado, diferente en sus características a ejemplares encontrados en otras partes del mundo, sobre el que se abrió una investigación.
En la pequeña isla Daphne, los científicos Peter y Rosemary Grant publicaron en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos el hallazgo de una nueva clase de Pinzón, una investigación en la que estuvieron 28 años trabajando. Su canto y su pico le diferenciaron de sus hermanos de las otras islas y se inscribió como nueva especie en el 2009.
Los pinzones, que variaban el tamaño y función de su pico de una isla a otra, fueron la clave para que Darwin escribiera su libro «El origen de las especies».
Actualmente, la introducción de la robótica para las investigaciones marinas en las islas volcánicas ecuatorianas y de submarinos-robot facilitan la labor de los científicos. «Estos aportes nos ayudarán a identificar sitios prioritarios de conservación e interés en los cuales se debe trabajar», señaló Izurieta al referirse al nuevo manejo de las áreas protegidas.
Así, parece que el descubrimiento de vida en Galápagos no tiene fin. Cada recodo marino, cada acantilado, cada sitio en donde la lava se solidificó y formó este archipiélago alberga interrogantes para el ser humano.
Los programas de investigación son ilimitados, como el que se realizó sobre los conductos hidrotermales del «Galápagos Ridge», cuyo hábitat bajo en oxígeno, sin luz solar, con gases y fluidos de hasta 400 grados centígrados, hace que los animales que viven cerca no encuentren en ninguna otra parte del nuestro planeta.
Ya en 2012 el mundo pudo ver en directo como moría el «Solitario George«, último ejemplar de una tortuga gigante que no pudo reproducirse para continuar su especie en la isla Santa Cruz. Y es que estas islas declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad también señalan lecciones diarias sobre la importancia de la conservación de la naturaleza.
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