Después de una vida de incidentes médicos desafortunados, la orangutana estadounidense Karen finalmente recibió una vacuna de COVID-19 para animales.
En 1994, Karen se sometió a una cirugía de corazón abierto. Pocos meses después, estaba como nueva: parecía que nunca hubiera sobrellevado un proceso de recuperación tras una intervención así de agresiva. Casi treinta años más tarde, un nuevo golpe médico azotó su vida: se infectó de coronavirus —y es una orangutana.
Una situación tensa
Después de semanas de dificultad, la orangutana se convertiría en la primer primate en recibir una vacuna de Covid-19 específicamente diseñada para animales. Karen no fue la única: caería enferma junto con otros tres orangutanes y cinco bonobos del Zoológico de San Diego.
A mediados de febrero, sin embargo, los animales finalmente recibieron dos dosis de una vacuna experimental, desarrollada por una compañía farmacéutica veterinaria. Según Nadine Lamberski, directora de conservación y salud de la vida silvestre en el zoológico de San Diego, la rapidez con la que se desarrolló fue impresionante:
“Esta no es la norma. En mi carrera, no he tenido acceso a una vacuna experimental tan temprano en el proceso y no he tenido un deseo tan abrumador de querer usar una «, dice para National Geographic.
Esto marca un hito en la historia veterinaria, según la experta. Y no esperaba menos, después de que varios gorilas del zoológico se infectaran de COVID-19. La edad de los ejemplares preocupó a los cuidadores, ya que uno de ellos tenía casi 50 años y había padecido de enfermedades cardiacas.
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Recuperaciones rápidas y favorables
A pesar de la situación tensa que vivieron los primates del Zoológico de San Diego, finalmente pudieron respirar de nuevo. Esta crisis de animales no-humanos enfermos no es la única. Ya se han documentado casos positivos en leones, tigres, leopardos de las nieves y otros felinos mayores a nivel mundial.
El hecho de que los gorilas se enfermaran, sin embargo, lanzó una alerta entre biólogos, veterinarios y conservacionistas. En la actualidad, existen menos de 5 mil ejemplares en libertad. Ya que viven en grupos familiares cercanos, el virus podría propagarse con rapidez en la especie y amenazar aún más a las poblaciones ya de por sí reducidas.
Sin embargo, los primates del Zoológico de San Diego no sólo han respondido favorablemente al tratamiento, sino que han demostrado una recuperación rápida. Hasta el momento, el riesgo era que presentaran una reacción inmunitaria adversa —dada la rapidez con la que la vacuna de Covid-19 fue desarrollada—, pero aparentemente no ha sido el caso.
Próximamente, la Alianza de Vida Silvestre del Zoológico de San Diego se prepara para vacunar también a los gorilas en el safari. Con el tiempo, dice Lamberski, también considerarán inyectar a sus grandes felinos. Karen, la orangutana, fue solamente la primera.
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