En el imaginario colectivo de México, los colibríes traen mensajes del más allá. No sólo eso: algunas comunidades utilizan los cadáveres de las aves como vínculos para rituales de amor. Especialmente, para la magia blanca y negra, en las que se emplean los cuerpos disecados para ‘amarrar’ a la persona deseada.
A pesar de que ésta es una especie protegida por las autoridades, en los mercados tradicionales de la Ciudad de México se siguen vendiendo colibríes muertos para brujería. De hecho, según los diarios locales, en el Mercado de Tulancingo se ofrecen los cadáveres disecados por 250 pesos.
Quizás sin saberlo, los compradores están contribuyendo a que la especie desaparezca en México. Ésta es la razón.
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La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) de México establece que el colibrí es una especie protegida desde la década de los 90. De hecho, las autoridades dedicaron un espacio amplio en Baja California, al norte del país, para que fungiera como santuario de reproducción para estas aves.
Conocido como Reserva de la Biosfera Sierra La Laguna, es el más grande de América Latina, y alberga la población más importante de colibrí cabeza violeta (Calypte costae) y otras especies endémicas de la península.
Desde la creación del parque nacional, los colibríes están protegidos por el Código Penal Federal (CPF). En éste, se establece que la venta y caza de la especie son delitos con sanciones aplicables, ya que atentan contra la biodiversidad nacional.
Específicamente, el artículo 420 del código establece una sanción de entre 6 meses y 6 años de prisión, así como una multa de entre 1000 y 20 mil pesos mexicanos a quien «trafique, capture, posea, transporte y acopie» ejemplares de la especie. Aún así, el colibrí se sigue usando para rituales de brujería en el país.
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No hay evidencia científica que respalde —ni apoye— el uso de especies en peligro en favor de rituales mágicos. Sin embargo, la brujería amenaza a los colibríes y su persistencia en América Latina. Junto a la destrucción y fragmentación de su hábitat, se posiciona como el obstáculo principal para la especie en México.
El uso de la especie con fines rituales data de la época precolombina, por la estrecha relación que guardaron estas aves con las tradiciones prehispánicas en Mesoamérica. Por ello, según la bióloga mexicana María del Coro Arizmendi, el camino para la recuperación de los colibríes en México es delicado:
“Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en nuestro país hay nueve especies amenazadas, dos en peligro y seis en protección especial”, apunta la bióloga de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La especialista lleva más de 30 años estudiando colibríes. Después de varios años, compiló la guía más completa realizada hasta ahora. Tras décadas de estudios, sabe que los colibríes son ‘extraordinarios polinizadores’, de quienes dependen al menos 10 mil flores en el Norte y Sur de América.
En favor de concretar alianzas amorosas, o propiciar la fertilidad, la brujería está acabando con los colibríes en México. La antigua tradición sagrada que asociaba a las aves con motivos amorosos está imponiendo una presión adicional a la especie hoy en día, que adolece de cada vez menos espacios naturales para protegerse.
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