Después de que la guerra civil terminara con el 90 % de elefantes de Mozambique, cada vez más hembras nacen sin la capacidad de desarrollar colmillos.
Dos años después de su independencia, el clima de inestabilidad política y las presiones exteriores dieron forma a una guerra civil en Mozambique. El conflicto se alargó de 1977 hasta 1992, provocando que en la búsqueda de financiamiento, ambos bandos encontraran en el marfil de los colmillos de los elefantes un activo valioso para mantener las hostilidades a flote.
El resultado fue una disminución drástica (más del 90 %) de la población de elefantes en Mozambique y demostró el poder de la actividad humana para guiar la selección artificial y realzar o suprimir ciertas características, incluso en animales salvajes.
Un nuevo estudio publicado en Science a mediados de octubre 2021 sugiere que la caza furtiva durante el conflicto armado provocó una presión evolutiva tan intensa, que ha comenzado a suprimir un rasgo distintivo de los elefantes africanos: sus colmillos.
Elefantes sin colmillos: el efecto de la caza durante la guerra civil
Según el estudio, antes de la guerra civil el 18.5 % de elefantes hembra de Mozambique nacía sin la capacidad de desarrollar colmillos debido a una alteración genética que entonces era considerada poco común. Se trata de una condición únicamente observada en elefantes hembra. Según los autores del estudio, la mutación del cromosoma X que provoca la ausencia de colmillos es fatal para los machos (que mueren en el útero) y resulta dominante en las hembras.
Sin embargo, en la década de los 90 el número de elefantes hembra que heredó tal condición aumentó hasta el 33 % de la población del Parque.
Durante la guerra civil, la población de elefantes disminuyó radicalmente: de los más de 2,500 ejemplares que habitaban Mozambique, el estudio calcula que sólo quedaban cerca de 200 a inicios del siglo XXI.
En este lapso, los cazadores pusieron en marcha un mecanismo insospechado de selección artificial: después de cazar a cerca del 90 % de elefantes de Mozambique (los que poseían colmillos), la mayor parte de ejemplares restantes llevaban consigo la mutación que evita la aparición de colmillos.
Como el grupo de elefantes hembras sin colmillos no resultó atractivo para la caza, la probabilidad de reproducirse y transmitir la alteración genética que suprime los colmillos aumentó radicalmente, en contraposición con aquellos que sí poseían, pero fueron cazados.
En resumen, la matanza selectiva de elefantes con colmillos ha dado lugar al nacimiento de cada vez más crías sin colmillos, una señal de “presión selectiva reciente”, explican los autores del estudio.
Y aunque a primera vista el dominio de esta mutación podría resultar positivo para evitar la caza, el equipo a cargo del estudio descubrió que los elefantes sin colmillos llevan una alimentación distinta a los que carecen de esta mutación y se alimentan de otra clase de plantas.
Tratándose de una especie clave para su ecosistema, estos cambios podrían alterar el resto de la cadena alimenticia. Además, la mutación resulta letal para los machos que mueren en el útero, de modo que la población podría reducirse cada vez más, aún cuando la cacería dejó de practicarse en Mozambique tras el final de la guerra.
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