La deforestación está generando un estrés sin precedentes a las especies animales que habitan en el Bosque Atlántico de América del Sur.
La destrucción de los ecosistemas no sólo angustia a niveles considerables a los seres humanos. Los mismos habitantes de estos espacios naturales están padeciendo las consecuencias de esta devastación. Un estudio reciente revela que, en particular, la deforestación de las parcelas más pequeñas del Bosque Atlántico de América del Sur sufren más estrés que los que viven en bosques más vírgenes.
A menos árboles, más estrés
Noé de la Sacha es un investigador asociado al Field Museum y profesor de biología en la Universidad Estatal de Chicago. Preocupado por la devastación de los bosques en el Cono Sur, decidió emprender un proyecto de investigación para develar las consecuencias reales en el bienestar de la fauna ante la pérdida de los árboles y la vegetación en general.
Con respecto al estudio, publicado originalmente en Scientific Reports, de la Sacha señala lo siguiente:
«Sospechamos que los organismos en áreas deforestadas mostrarían niveles más altos de estrés que los animales en bosques más vírgenes, y encontramos evidencia de que eso es cierto. Los pequeños mamíferos, principalmente roedores y pequeños marsupiales, tienden a estar más estresados, o muestran mayor evidencia de que tienen niveles más altos de hormonas del estrés, en parches de bosque más pequeños que en parches de bosque más grandes».
A partir de la evidencia recolectada en el pelaje de ciertas especies, fue que Noé pudo encontrar hormonas desprendidas en momentos de peligro y angustia por parte de estos organismos. El estudio se enfocó en la deforestación de los trópicos, y en la respuesta de las especies animales que sobreviven a la situación adversa.
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No todo es el Amazonas
Es una realidad que, en América Latina, el bosque húmedo del Amazonas se lleva el protagonismo. Sin embargo, no es el único importante en la región. El Bosque Atlántico podría ser el segundo más grande de Latinoamérica: se extiende desde el noreste de Brasil hasta el noroeste de Argentina y el este de Paraguay.
Desde las campañas colonizadoras de Portugal, regiones importantes del bosque han sido destruidas en favor de la ganadería, la agricultura y la urbanización indiscriminadas. 500 años más tarde, queda menos de un tercio del bosque original.
La destrucción de este espacio incide directamente en la calidad de vida de las especies que tienen un hogar ahí. Además de exponer más a las más pequeñas a sus depredadores naturales, la pérdida de recursos limita mucho su campo de acción. De ahí el estrés elevado en las especies tropicales.
Observando las hormonas presentes en el pelaje de los animales analizados, el equipo de investigación se percató de que los animales de parcelas más pequeñas de bosque tenían niveles más altos de glucocorticoide que los animales de zonas de bosque más grandes. Esto es importante, porque los bosques húmedos latinoamericanos guardan la mayor diversidad de fauna y flora en el planeta. Si se devastan sus espacios, la pérdida se extiende por esa rama también.
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