Los jaguares enfrentan una nueva amenaza: la minería ilegal y el tráfico de especies exóticas con destino a China.
Surinam es un país en América Latina con una historia larga de explotación. Primero por los europeos, luego por otras potencias internacionales. A pesar de ser un territorio rico en selvas y bosques húmedos, la población se estanca en condiciones de vida poco favorables. La fauna salvaje también padece esta precariedad. De entre ellos, los jaguares son los más afectados.
Infiltrados en las áreas naturales
El Parque Natural Brownsberg y el norte de la Reserva Natural de Surinam Central son las dos áreas naturales protegidas más grandes del país. A pesar de que, supuestamente, el Estado provee una parte de su presupuesto para garantizar que efectivamente se salvaguarde la vida silvestre ahí, la caza furtiva es una realidad contra la que rara vez se puede luchar.
Las redes de tráfico de especies en peligro están integradas por ciudadanos chinos quienes, en vuelos comerciales, contrabandean colmillos, pieles, y otras partes del cuerpo de jaguares. Una vez que dejan América Latina, los venden en China a precios exorbitantes como artículos de élite.
Este comercio ilegal ha provocado una merma significativa en la población de estos felinos en Surinam, previamente catalogados en peligro de extinción. Las redes comerciales comprometen severamente su subsistencia, como apunta Nichola Brischi, uno de los pocos investigadores que ha revelado lo que sucede con el tráfico de partes de jaguar en Surinam:
“Nuestra investigación indica que la demanda por el jaguar, especialmente por la pasta del jaguar, facilita la caza de este animal, tanto oportunista como organizada, dentro y alrededor de las áreas protegidas. Además se da cerca de industrias extractivas como la minería y la tala”.
La demanda por el jaguar, particularmente por la pasta que se extrae del cadáver del animal, se concentra en los mercados asiáticos. Ahí, se vende como un remedio para aliviar la artritis o curar la impotencia sexual. La materia prima, sin embargo, se extrae de las selvas latinoamericanas. Más aún: de sus áreas naturales protegidas. No hay evidencia científica de que ninguno de estos remedios sea efectivo.
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12 mil hectáreas en peligro
A raíz de estas dinámicas comerciales ilícitas, las 12 hectáreas de selva —supuestamente protegidas a nivel estatal— son las más afectadas en el mundo por esta problemática, según Pauline Verheij, abogada especializada en delitos contra la vida silvestre, en entrevista para Mongabay:
“Sí hay cazadores especializados buscando jaguares, pero la caza furtiva del jaguar sucede en todo Surinam, donde sea que haya conflicto con el humano”.
Surinam es el país con más jaguares en todo el mundo. Su población humana apenas supera los 500 mil habitantes, y la extensión de selvas ocupa 93 % de todo el territorio nacional. Previo a la caza furtiva, se prestaba para ser un paraíso para estos felinos, así como para otras especies que se ven afectadas por la minería, la tala excesiva y la compraventa de animales exóticos.
¿Cuáles son los peligros a los que se enfrentan los jaguares?
Además de la red de comercio ilegal, los expertos que han analizado la problemática señalan que los peligros a los que se enfrentan los jaguares son los siguientes:
- Asesinato por retaliación, cuando se mata al jaguar por atacar al ganado o a las mascotas.
- Destrucción y fragmentación del hábitat del felino para la minería.
- Caza furtiva para el tráfico, actividad que se ha convertido en la principal amenaza para el felino.
Estas actividades expulsan a los jaguares de sus hábitats naturales, según el Instituto de Vida Silvestre Neotropical y Estudios Ambientales (NeoWild) en Surinam. La tierra muchas veces se erosiona, y el suelo se contamina con las prácticas mineras para la extracción de metales preciosos, como el oro.
Para mitigar los efectos de estas actividades, el Gobierno de Surinam está capacitando a guardabosques para frenar el acceso de cazadores furtivos a la selva. La premisa que están siguiendo es sencilla: la vigilancia debe de incrementarse, y ya se están tomando los primeros pasos para concretarlo.
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