Los pueblos nativos de Australia sueñan con que sus descendientes puedan conocer a los peces sierra en su hábitat natural y no solo a través de un cristal en los acuarios.
En tan solo diez años, el pez sierra de agua dulce ha perdido el 60% de su área de distribución en los océanos tropicales. Frente a esta alarmante realidad, un equipo de indígenas y científicos australianos se ha unido para proteger a esta especie. Superando numerosos obstáculos, algunos incluso acampan cerca de los ríos donde habita este pez, con el objetivo de garantizar que en el futuro sigan nadando libres en el mar y no únicamente en los estanques de acuarios.
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El pez sierra se enfrenta a la extinción
El pez sierra australiano, antes abundante en los océanos tropicales, ha perdido gran parte de su hábitat debido a la sobrepesca y la destrucción ambiental. Esta especie, una raya de agua dulce con un hocico aserrado y dientes afilados, vive en los ríos del Territorio del Norte del país, donde las hembras tienen alrededor de siete crías al año. Los peces jóvenes permanecen en agua dulce durante diez años antes de migrar al océano.
En el mar, su hocico característico los hace vulnerables ante las redes de pesca. Aunque su captura suele ser accidental, algunos pescadores los cazan deliberadamente por sus valiosas aletas y hocicos. A pesar de la protección legal en Australia y 18 países más, sigue habiendo pesca permitida en zonas de África Oriental, América Central y del Sur y el Sudeste Asiático.
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El pueblo que protege al pez sierra
Los guardas forestales de malak malak, propietarios tradicionales de las tierras cercanas al río Daly, trabajan desde 2012 en alianza con científicos para proteger al pez sierra. En estos años, han reubicado 115 peces en las secciones medias del río, centrándose en rescatar crías atrapadas durante la temporada de seca.
Entre noviembre y julio, las lluvias inundan las llanuras aluviales del Territorio del Norte australiano, ampliando temporalmente las zonas de alimentación. Sin embargo, cuando el agua retrocede, algunos peces sierra quedan varados en charcas aisladas.
“Saber que contribuimos a aumentar su número en la naturaleza y a mantenerlos el tiempo suficiente para que otras personas puedan disfrutarlos es una satisfacción. Me encantaría ver a un (pez sierra) adulto en libertad y no en un acuario”, dijo Aaron Green a National Geographic. Él es uno de los guardabosques que ha participado en los rescates de los peces desde el inicio del proyecto.
En septiembre de 2024, el equipo rescató 19 alevines de pez sierra y los devolvió al río en una operación cuidadosa. Los guardas de las comunidades nativas vigilan 30,300 hectáreas, realizando tareas que incluyen el control de la pesca, el rescate de personas varadas y la protección del medioambiente. Durante la estación seca, acampan cerca de pozas clave para vigilar a los peces sierra y, en caso necesario, llaman a los científicos para coordinar los rescates.
El Northern Land Council, representante de comunidades indígenas, emplea a 14 grupos de guardabosques para gestionar estas tierras. Este año, guardas de las comunidades kenbi y bulgul se sumaron a las labores de rescate para replicar estos esfuerzos en otras áreas del río.
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Surge una nueva amenaza
El pez sierra del En el Territorio del Norte australiano enfrenta un nuevo problema: la expansión de los cultivos de algodón. Según un informe de la organización Territory Rivers: Keep ‘Em Flowing, empresas planean cultivar cerca de 50,000 hectáreas en los próximos años, lo que requerirá enormes cantidades de agua. Este cultivo consume, en promedio, una piscina olímpica de agua por hectárea, lo que ha llevado a los agricultores a extraer recursos del río Daly y sus llanuras.
El CSIRO, principal organismo científico australiano, ha advertido que esta industria afectará gravemente al medio ambiente de esta región. Las alteraciones en los niveles del río y la contaminación con pesticidas y herbicidas amenazan los ecosistemas río abajo. Esta situación pone en riesgo la supervivencia del pez sierra y la salud de su hábitat.
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