Para evitar los ataques de ejemplares machos, las colibríes hembras jóvenes han adoptado un plumaje metálico.
La mayor parte de las especies observadas de aves siguen un mismo patrón. Para atraer a las hembras, los machos portan plumajes vistosos, que despliegan ante ellas en sus rituales de cortejo. En los ejemplares femeninos, sin embargo, no se había apreciado el mismo fenómeno. Hasta ahora, que las colibríes hembras jóvenes cambiaron el panorama. Para defenderse de los ataques de los machos, han desarrollado un mecanismo de defensa que pasó desapercibido para la ciencia contemporánea.
A diferencia de otras especies de aves, como sucede con los pavorreales, ellas también poseen plumas de colores metálicos. Parece ser, según un estudio de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, que esto es resultado de una historia natural de agresiones, que tuvieron que sortear tomando las tonalidades de los ejemplares masculinos.
Dimorfismo sexual y mecanismos de defensa
Hasta 2019, se asumía como una regla general que sólo los pájaros machos podían tener plumajes coloridos. Un estudio reciente de la Universidad de Washington vino a desmentir esta creencia dogmática, al confirmar que las colibríes hembras también se recubren el cuerpo con las mismas tonalidades metálicas que sus pares masculinos.
Los resultados fueron publicados en Current Biology, tres años después de que los esfuerzos de investigación empezaron. Bajo el paraguas conceptual del dimorfismo sexual —en el que la diferenciación física según el sexo es marcada— , se aplicó la misma lógica a todas las especies, sin antes corroborar que sucediera así en la naturaleza. Jay Falk, biólogo líder del proyecto, destacó lo siguiente con respecto a los hallazgos:
«Es realmente inusual porque generalmente se encuentra que cuando los machos y las hembras son diferentes, los juveniles se parecen a las hembras adultas, no a los machos adultos, y eso es cierto casi en todos los ámbitos para las aves. Era inusual encontrar una especie donde los juveniles se parecían a los machos».
El hecho de que el recubrimiento iridiscente característico de los machos también se aprecie en las hembras, sin embargo, no tiene que ver con una cuestión reproductiva. Por el contrario, parece ser que de manera natural, las hembras jóvenes lo adoptaron para evitar que ellos las ataquen, o les obstaculicen la obtención de néctar.
Esto es particularmente importante durante sus años de desarrollo temprano, en los que necesitan obtener los nutrientes necesarios. Por esta razón, asegura Falk, sólo alrededor del 20 % de las colibríes hembras adultas cuentan con plumajes llamativos. A diferencia de los machos, ellas no lo conservan durante toda la vida.
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Machismo en la mirada científica
La ornamentación colorida de las colibríes hembras arroja luz sobre una problemática profunda en la mirada científica. Más allá de las fuerzas evolutivas que dirigen a las especies, revela una falta en la observación ‘objetiva’ de los fenómenos naturales. Hasta ahora, se había dejado de lado por completo la tarea de las hembras para conseguir alimento por su cuenta.
«Esta vieja idea ignoró por completo el papel de las mujeres», señala Sara Lipshutz, bióloga de la Universidad Indiana que no participó en el estudio. Desde la propuesta teórica de Darwin, El origen de las especies (1859), este hecho se había pasado por alto. Resulta ser que no sólo las aves han replicado este mecanismo de defensa, sino que también se ha visto en diversos tipos de peces.
Por esta razón, Falk y su equipo de biólogos de la Universidad de Washington aseguran que estas excepciones pueden repetirse en otras especies. Más allá del marco de referencia machista, hoy se puede tomar en cuenta la agencia de las aves hembras para adaptarse y valerse por su cuenta, sin la necesidad de un macho proveedor. No sólo eso: saben defenderse por sí mismas, y logran engañar a los varones ‘disfrazándose’ con sus mismos colores.
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