Los peces cebra mbuna (Maylandia zebra) son nativos del Lago Malaui, en Tanzania. A primera vista, no son llamativos: plateados, con rayas que les cruzan el torso, con apenas 11 centímetros de largo, no dan pistas de ser particularmente inteligentes. Sin embargo, un estudio reciente reveló que esta especie tiene la capacidad de sumar y restar, como se ha visto también en las rayas salvajes.
Un equipo de científicos alemanes observó el comportamiento de ambas especies. En un entorno controlado de laboratorio, reunieron a varios ejemplares y les enseñaron a diferenciar ente sumar y restar. Tanto las rayas como los peces cebra mbuna aprendieron, por medio del adiestramiento de los biólogos, un código de color básico. Azul significaba más; y amarillo, menos. Esto fue lo que encontraron.
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Para el experimento, los científicos de la Universidad de Bonn, en Alemania, utilizaron tarjetas con figuras de estos colores. Una vez que las rayas y peces cebra las identificaban, se abrían dos puertas en la pecera. De un lado, estaría la respuesta correcta. Si los animales nadaban hacia el portal indicado, lo más probable es que hubieran realizado una operación matemática por su cuenta.
Así funcionó el mecanismo:
«Por ejemplo, si a un pez se le mostraba una tarjeta con tres formas azules, debía sumar uno a tres y nadar a través de una puerta que contenía la tarjeta con cuatro formas. Si los peces nadaban por la puerta correcta, eran recompensados», explican los autores en un comunicado.
Después de los premios y de varios intentos exitosos, los investigadores determinaron que algunos de los peces cebra mbuna y de las rayas eran capaces de sumar y restar. Las cifras que pueden manejar van del 1 al 5, de acuerdo con el artículo publicado recientemente en Scientific Reports.
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En total, las rayas aprendieron a sumar y restar en un periodo más largo de tiempo. Mientras que los peces cebra mbuna lo lograron en 28 intentos, las rayas se tardaron hasta 68. En general, los investigadores se dieron cuenta de que la adición les resultó mucho más sencilla que la sustracción. Para este fenómeno, no hay una explicación todavía.
Sin embargo, los biólogos de la Universidad de Bonn reconocen que estas operaciones simples no son realmente necesarias en el ecosistema de estos animales. Por el contrario, su hábitat no les exige sumar y restar. Por esta razón, el hecho de que ambas especies lograran aprender matemáticas elementales fue aún más sorprendente.
Este descubrimiento contribuye a desmitificar el hecho de que los animales no-humanos son menos capaces a nivel cognitivo que nuestra especie. Lo que es más: abre un nuevo panorama de investigación sobre la percepción le mundo de las especies acuáticas. Por ello, concluyen los autores, «es necesario revisar las capacidades cognitivas y la sensibilidad de los peces«.
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