Nueva evidencia científica alerta sobre la posibilidad de que una especie de lobo gigante fuera aislada geográficamente hace 13 mil años.
Un gigante deambuló en el continente americano hace 250 mil años. Carnívoro, escurridizo, y un depredador voraz, un lobo gigante dominó la última glaciación que vivió nuestro planeta. Gracias a la exitosa serie de televisión Game of Thrones, el lobo terrible (Canis dirus) ha ganado un estatus casi mítico.
Diversos biólogos contemporáneos concuerdan en que este animal es un pariente cercano del lobo gris. En la Antigüedad, según se especulaba, éste pudo ser el ancestro común de los perros que hoy fungen como animales de compañía. Sin embargo, una investigación reciente publicada en la revista Nature desmiente ambas suposiciones.
Un nuevo panorama
Según la evidencia genética que Angela R. Ferri reunió junto con su equipo de colegas, el origen y la biología del lobo gigante son distintos a los que se suponía anteriormente. Además del lobo gris, al que se le asociaba típicamente, resulta que existieron ocho especies similares a los lobos que persisten hasta nuestros días. Entre ellos, figuran el perro salvaje africano y tres tipos diferentes de chacal.
A partir de restos orgánicos de este animal prehistórico —datados de entre hace 13 mil a 50 mil años—, pareciera que se trataba de un lobo gris un tanto más grande al que conocemos en la actualidad. Se sabe que esta bestia dominó la América del Pleistoceno, pero se tiene poco conocimiento sobre su historia evolutiva y su proceso de extinción.
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Un camino evolutivo diferente
Los genomas subfósiles hallados en los huesos de estos animales sugieren que los lobos terribles, como se les conoce coloquialmente, evolucionaron de manera divergente a los antepasados de otras especies cercanas. Además, se sabe que habitaron entre las regiones templadas del continente americano, a diferencia del lobo gris, que vive en las zonas árticas.
A pesar de que pudieron, en algún momento, compartir hábitat natural durante miles de años, se sabe que no se cruzaron durante ese tiempo. Este descubrimiento asombró al equipo de Ferri, ya que generalmente, es común que los lobos pasen por un proceso de mestizaje. Esto los llevó a concluir que el lobo terrible pudo haber estado aislado geográficamente, lo que le impidió tener contacto cercano con otras especies en el continente.
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