Un grupo de científicos publicó los resultados de una investigación sobre las razones por las que algunos reptiles y anfibios tienden a envejecer en un grado mínimo a lo largo de su vida. El equipo estuvo conformado por expertos de cuatro universidades de Estados Unidos: la Universidad Flinders, la Universidad Estatal de Pennsylvania, la Universidad Estatal de Michigan y la Universidad del Noreste de Illinois.
Los seres vivos están hechos de células, las cuales se deterioran con el paso del tiempo. El envejecimiento involucra este proceso, el cual provoca el mal desempeño de funciones físicas necesarias para la supervivencia y la reproducción. En el caso de los reptiles y anfibios, su promedio de vida es mayor al esperado para su tamaño, comparado con los animales de sangre caliente o endotermos.
Por ello, se considera que ‘no envejecen’, o al menos que el proceso de envejecimiento es muy lento y tiene pocas repercusiones físicas.
“Suena dramático decir que algunas especies no envejecen en absoluto pero básicamente su probabilidad de morir no cambia con la edad una vez que pasaron su etapa reproductiva,” detalla Beth Reineke, bióloga evolucionista de la Universidad del Noreste de Illinois.
La investigación arrojó muchos datos relevantes, como el vínculo estrecho entre un lento envejecimiento y los rasgos físicos y químicos que protegen los cuerpos de estas especies. Entre ellos, los caparazones, las espinas y el veneno en sus mordidas. El extenso periodo de vida de los reptiles y anfibios podría atribuirse a todas estas características.
“Estos mecanismos de protección podrían reducir el índice de mortalidad de los animales entre generaciones,” explica Reineke. “Entonces, es más probable que vivan más tiempo y que puedan cambiar el panorama de selección (natural) a lo largo de generaciones para evolucionar hacia un envejecimiento más lento.”
Ésta es la investigación sobre la longevidad y el envejecimiento más completa que se ha publicado. En ella, participaron 114 científicos observando 107 poblaciones salvajes de 77 especies distintas. Los ejemplares estudiados incluyeron ranas, salamandras, iguanas, cocodrilos y tortugas.
“Podría ser que su morfología modificada con caparazones duros provea protección y haya contribuido a la evolución de sus historias de vida, incluyendo negligible aging, o carencia de envejecimiento, y excepcional longevidad,” dice Anne Bronikowski, bióloga evolucionista de la Universidad Estatal de Michigan, sobre el envejecimiento de las tortugas salvajes.
Los datos obtenidos de este estudio serán útiles para incursionar en investigaciones más profundas sobre los patrones de envejecimiento en otras especies. Por ejemplo, los seres humanos, y para trabajar en la conservación de animales de sangre fría.
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