Antes de domesticar al pollo, los humanos de Nueva Guinea lograron domesticar al casuario, el ave más peligrosa del mundo.
La fama del casuario no es gratuita: a pesar de que es incapaz de volar, se trata de un ave gigante que puede alcanzar hasta 1.80 metros de altura y 70 kilos de peso.
Con una piel azul eléctrico, un denso plumaje negro y una protuberancia en el cráneo que utiliza para regular su temperatura, es considerada el ave más peligrosa del mundo. Su aspecto prehistórico le vale cientos de comparaciones con el velociraptor, justificadas por sus enormes garras de 10 centímetros capaces de perforar tejidos con un rasguño.
A pesar del riesgo que conlleva encontrarse con un casuario, un nuevo estudio sugiere que los humanos que habitaron Nueva Guinea hace 18,000 años domesticaron a esta especie milenios antes que a las gallinas o gansos.
Esta es la conclusión obtenida después de analizar miles de fragmentos de cáscaras de huevo fosilizadas en un par de cuevas que sirvieron de refugio para grupos de cazadores-recolectores en Nueva Guinea durante el Pleistoceno tardío.
Es probable que los antiguos humanos de Nueva Guinea aprovecharan el instinto de impronta (que vincula a algunos animales con el primer ser vivo que ven) para criar casuarios sin peligro.
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Los investigadores aseguran que a pesar de su territorialidad, «los polluelos se apegan fácilmente a los humanos y son fáciles de mantener y criar hasta el tamaño adulto». Aún más, “si esa primera mirada coincide con la de un humano, el pájaro lo seguirá a cualquier parte”.
Uno de los descubrimientos más impactantes del estudio fue que esta domesticación ocurrió milenios antes que la otras especies de aves más dóciles, como los pollos y gansos:
“Los datos pueden representar el primer indicio de gestión humana de la cría de un taxón aviar en cualquier parte del mundo, precediendo en varios milenios a la domesticación temprana de pollos y gansos», explican los autores en un comunicado.
Aunque el análisis de las cáscaras de huevo en yacimientos arqueológicos puede revelar detalles de una sociedad humana extinta, se trata de un campo poco estudiado en la actualidad, según explica Kristina Douglass, profesora de Antropología y estudios africanos de la Universidad de Penn State, Estados Unidos.
El equipo a cargo del estudio no encontró indicio alguno de que los casuarios se encontraran en un corral. En su lugar, la hipótesis principal es que los humanos que habitaron Guinea hace 18 mil años sabían dónde estaban los nidos y cuándo ponía los huevos la madre, de modo que solían tomarlos justo antes de su eclosión y cuidaban de las crías hasta su maduración, cuando muy probablemente eran utilizados para aprovechar sus plumas y carne.
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