3,122 restos de elefantes en campamentos de neandertales confirman que estos homínidos cazaban presas grandes para alimentar a sus comunidades.
Los homínidos del periodo interglaciar, hace aproximadamente 125 mil años, tenían un hambre voraz. De otra manera, no podrían cubrir el suministro de grasa que necesitaban en el cuerpo para sobrellevar las hostilidades del entorno. Así lo revelan los restos de un animal gigantesco —posiblemente un elefante— que cazaron los neandertales alrededor de la misma época.
Los huesos de la presa se analizaron recientemente en un estudio para Science Advances. En éste, los investigadores confirman que los parientes más cercanos al Homo sapiens, el ancestro inmediato de nuestra especie, tenían un refinamiento cognitivo que les permitía organizarse en equipos y desarrollar herramientas de alto nivel.
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Presas ambiciosas, cortadas cuidadosamente
Parece ser que los homínidos del periodo Eemian tenían objetivos ambiciosos al cazar. Así lo revelan los 3,122 restos de elefantes que los neandertales depredaron para alimentar a sus familias. Encontrados en la actual ciudad de Halle, al centro de Alemania, este tesoro paleontológico está compuesto de esqueletos completos, contenido estomacal de las presas y huesos de más de 70 elefantes de hasta 4 metros de alto.
A partir de los restos, los investigadores la Universidad de Leiden determinaron que estas bestias pesaban hasta 13 toneladas. No sólo eso: parece que los colmillos de estos animales fueron los más grandes que se han registrado en el Pleistoceno. Incluso a pesar de las dimensiones de estos mamíferos, parece ser que los homínidos antiguos los cazaron exitosamente por miles de años.
Los científicos descubrieron que los huesos de estos animales tienen marcas de cuchillos finos. De manera «repetitiva y estratégica«, escriben los autores en el estudio, los neandertales cortaron cientos de elefantes. Las marcas quedaron impresas en la superficie de los huesos.
Según los especialistas, los neandertales cortaron a los elefantes con mucho cuidado, para diferenciar la grasa, la carne e incluso los cerebros de estos animales. Por ello, es probable que encontraran funciones especiales para cada parte de sus presas, y que contaran con instrumentos especializados para cada necesidad. La práctica se transmitió de generación en generación, concluyen los especialistas, durante al menos 2 mil años.
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