Entender la evolución humana es como seguir las ramas de un árbol nutrido y viejo, con muchísimas ramas que parecen enredarse entre sí. Y más aún, es como si los científicos se propusieran esta meta viendo las ramificaciones a lo lejos: muchas de las primeras especies de humanos son tan antiguas, que sólo quedan fragmentos de sus cráneos. Por ello, un nuevo estudio publicado en Nature sugiere la posibilidad de una población ‘fantasma’ de homínidos, que había permanecido oculta hasta el momento.
En el estudio, los investigadores reconocen que, después de expandirse y migrar, las primeras poblaciones humanas experimentaron un intenso proceso de mestizaje. Neandertales, denisovanos y otros homínidos sin nombre fundaron familias enteras con los Homo sapiens antiguos. Algunos de estos rastros permanecen en las poblaciones contemporáneas.
A raíz de ello, hay investigadores que piensan que hay diversas especies de humanos coexistiendo en el planeta hoy día. Sobre todo, porque es seguro que nuestros ancestros comunes se dividieron en varias poblaciones diferentes, desde África hasta Eurasia. Esto es lo que sabemos.
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A diferencia de lo que se pensaba anteriormente, los apareamientos entre Homo sapiens y otras especies no fueron ocasionales. Por el contrario, se tiene registro de que las poblaciones de diferentes especies de homínidos fundaron familias en conjunto. Recientemente, los investigadores encontraron evidencia física de que existe una población de homínidos ‘fantasma’ que se suma a la lista del mestizaje humano.
En el estudio, los investigadores reconocen que no existen fósiles, ni mucho menos ADN. Sin embargo, encontraron una vía alternativa para explicar la existencia de estos homínidos antiguos. Para empezar, tomaron en cuenta la compleja diversidad de especies que habitaban en África, con genomas completos de 44 individuos del sur del continente.
Con base en ello, estiman que estos homínidos ‘fantasma’ poblaron el continente africano hace entre 135 mil y 120 mil años:
«A pesar del amplio acuerdo en que el Homo sapiens se originó en África, existe una gran incertidumbre en torno a los modelos específicos de divergencia y migración en todo el continente,» escriben los autores en el estudio. «Estos modelos de tallo débilmente estructurados explican los patrones de polimorfismo que anteriormente se habían atribuido a las contribuciones de los homínidos arcaicos en África».
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Para los científicos, la clave está en qué tan rápido cambia nuestro ADN de generación en generación. Aunque el árbol evolutivo de nuestra especie tiene ramas muy diversas y diferentes entre sí, todavía compartimos características con el ‘tronco’, o los primeros ancestros humanos.
El problema está en entender qué tan parecidos somos todavía a esa población originaria, explica el genetista de poblaciones Aaron Ragsdale de la Universidad de Wisconsin-Madison:
“Cuando asumimos en nuestro modelo de computadora que la población del tallo no era tan sólida, pero que partes de ella ocasionalmente se ramificaban y luego se volvían a fusionar, obtenemos una coincidencia mucho mejor con la variación genética que se encuentra en las poblaciones humanas en la actualidad”, dice el autor principal del estudio.
Hacia finales del periodo glacial, hace 120 mil años, hubo una transición entre algunas zonas de África: las frías se volvieron áridas; las cálidas, húmedas. De la misma manera, el nivel del mar aumentó, lo que posiblemente llevó a los homínidos antiguos a mirar hacia el interior del continente.
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Los cambios en el medio ambiente también incidieron en la evolución humana, explica la genetista Brenna Henn, de la Universidad de California, Davis. En este periodo, dice la especialista, dos ramas del árbol genealógico de nuestra especie se fusionaron, para crear una población nueva de homínidos:
“En este período, vemos dos ramas del árbol genealógico humano que se fusionan para convertirse en los ancestros de los Khoe-San de hoy, una serie de grupos relacionados pero culturalmente distintos ahora confinados al sur de África que son genéticamente más diversos que todos los demás en el planeta juntos”, detalla la co-autora del estudio.
Los resultados del estudio llevaron a los genetistas a una conclusión poderosa. Generalmente, se alude al sur de África como la Cuna de la Humanidad. Sin embargo, parece ser que estas poblaciones de homínidos ‘fantasma’, de las que no tenemos registro pero contribuyeron al mestizaje de nuestra especie, nutrieron al Homo sapiens contemporáneo: “También muestra que realmente necesitamos ser más específicos en lugar de solo hablar de la ascendencia africana: la diversidad es increíble”, concluye Henn.
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