Los pueblos aledaños a Somalilandia tienen una industria muy redituable en el mercado ilícito de África: venden crías de guepardos que, en lugar de fortalecerse con la compañía de sus madres, son encerrados en jaulas minúsculas para venderse después como mascotas. Esta práctica de rapto y distribución, además de ser ilícita, está terminando con las poblaciones de estos felinos en libertad.
Generalmente, los cachorros tienen apenas 8 semanas cuando son separados a la fuerza de sus madres. Los grupos ganaderos nómadas que lo llevan a cabo no tienen otro ingreso, más que el campo que, con el calentamiento global, padece de sequías importantes. Por esa razón, ahuyentan a la madre y venden a los bebés a precios ridículos.
Muchos de los cachorros que son separados a esa edad mueren inmediatamente. No tienen la fuerza para soportar traslados tan prolongados sin comida, nutrientes, ni nada con qué hidratarse. Asma Bileh, veterinaria de Somalilandia del Cheetah Conservation Fund (CCF), compartió con Mongabay su angustia por la situación en un artículo con fecha de octubre 2020, ya que ésta es una especie en peligro de extinción.
Los pocos ejemplares que pueden ser rescatados por el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Rural de Somalilandia (MoERD) están desnutridos y deshidratados. En ese cautiverio forzado, sólo se les alimenta con porciones precarias de carne de cabra y leche, que no les da ni de cerca el sustento necesario para saciarse y crecer saludablemente.
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Detrás de las docenas de cachorros que se secuestran mes con mes está un conflicto de interés humano, que opera una maquinaria de sufrimiento y dolor para los animales salvajes. La vida silvestre de Somalia, Namibia y otros países del este africano padecen de esta industria, propulsada por la demanda ilegal de especies en peligro de extinción.
Los guepardos resultan particularmente atractivos porque, siendo todavía cachorros, despiertan ternura entre los consumidores. Muy pronto, esta sensación se desvanece. Los guepardos son animales que requieren de atenciones específicas, espacios amplios para correr —se trata de los felinos más veloces del mundo— y una creciente demanda de carne fresca para desarrollarse. Muchos de ellos no reciben nada de eso, al ser trasladados a casas particulares de Medio Oriente.
A pesar de que son animales salvajes, los guepardos resultan atractivos porque son notablemente dóciles. Aunque se trata de una especie protegida, el comercio ilegal aumenta sus cifras año con año. Sin embargo, quienes adquieren este tipo de animales silvestres no saben realmente a lo que se enfrentan.
Aunque en el mercado ilegal son vendidos como mascotas dóciles, los cuidados que requieren las especies salvajes son diametralmente opuestos a los de un animal doméstico, incluso en cautiverios profesionales. Sin importar estos obstáculos, un sinfín de especies son trasladadas de contrabando a países de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
El problema no termina ahí. Si logran salir de las redes ilegales, muy difícilmente pueden ser reinsertados en sus hábitats naturales: son animales que no saben cazar, que no tienen habilidades para trepar y a los que seguramente se les atrofiaron los músculos para correr. La condena de dependencia a los seres humanos, por tanto, es vitalicia.
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