Durante el periodo Cretácico, hace aproximadamente 145 millones de años, los dinosaurios disfrutaron de un esplendor biológico que no se ha repetido. Tras el impacto del asteroide que devastó la diversidad prehistórica en el planeta, poco quedó de estas formas de vida. Sin embargo, un estudio sugiere que las condiciones ecológicas de la Tierra no favorecían la persistencia de estas especies incluso antes de aquel evento catastrófico. Esto es lo que sabemos.
Hoy en día contamos con información suficiente para pensar que el asteroide que impactó la península de Yucatán sí desencadenó una extinción masiva irreversible. Sin embargo, esta colisión pudo haber sido la cereza en el pastel de una debacle ecológica que la Tierra estaba experimentando tiempo atrás. Según un equipo de paleontólogos, el proceso de extinción masiva no fue inmediata, sino gradual.
Un estudio conducido por el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia afirma que el planeta siempre ha estado en cambio constante. Esto favorece que las formas de vida en la superficie terrestre puedan —o no— adaptarse a estos cambios. Incluso antes del impacto del asteroide, la Tierra estaba en estrés ecológico y ambiental.
Los hallazgos fueron publicados en Nature Communications, y plantean la posibilidad de que estos cambios bruscos en las condiciones ambientales se decantaran de la ruptura continua de los supercontinentes existentes. En específico, entre Laurasia y Gondwana. La creación de nuevas formaciones montañosas y las modificaciones consecuentes en los ecosistemas pudieron haber sido demasiado rápidas para que los dinosaurios se adaptaran.
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Esta teoría es polémica. Sin embargo, responde a un precepto presocrático planteado por Heráclito en el siglo V a.C.: lo único constante es el cambio. Aunque no existen registros fósiles suficientes para sustentar que el cambio fue gradual, también existen lagunas de información en la desaparición repentina de los dinosaurios sobre la faz de la Tierra.
El proyecto señala, por primera vez en la Historia, que las especies no aviares ya estaban en riesgo incluso antes de la extinción masiva. Fabien Condamine, filogenetista de este centro de investigación, consideró 1,600 fósiles de dinosaurios para evaluar las tasas de extinción en las seis familias principales de dinosaurios existentes. Según él, los procesos biológicos de esta envergadura nunca tienen una única causa.
Con base en esta muestra, el equipo liderado por Condamine se dio cuenta de que las especies de animales prehistóricas no aviares empezaron a disminuir hace 76 millones de años. Esto corresponde a un periodo 10 millones de años anterior al impacto de Yucatán. Considerando que el planeta estaba sufriendo cambios considerables en la superficie, podría ser que la extinción masiva de estas especies hubiera empezado mucho antes.
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