En algún lugar de América Latina, tal vez en este momento, murciélagos y pingüinos podría estarse enfrentando por orden de su naturaleza.
En el reino animal existe rivalidad entre distintitas especies, pero una que probablemente no esperabas es aquella encarnada por murciélagos y pingüinos. Basta con recordar los hábitats comunes de ambos grupos para darnos cuenta que el hecho de que coincidan estos organismos ya es mucho que decir, por principio de cuentas. Sin embargo, hay un lugar donde los murciélagos vampiro, cuya principal fuente de alimento es la sangre de otras criaturas, se encuentran con pingüinos: una fracción, del sur del Perú, correspondiente al desierto de Atacama.
Los murciélagos vampiro y los pingüinos suelen vivir en zonas completamente distintas. A los primeros no les van bien las temperaturas frías y prefieren estar en lugares áridos y húmedos. Pero hay una población que se siente bastante cómoda en la seca costa oeste de Sudamérica, donde también residen los pingüinos de Humboldt.
Una batalla persistente y llena de sangre
Si bien los murciélagos de esta región van comúnmente por otras presas, como leones marinos, a veces hacen de sus blancos a crías de pingüinos, sobre todo porque oponen menos resistencia que otros animales.
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Para algunos expertos esta extraña imagen, de murciélagos contra pingüinos, podría tener más antecedentes de lo que se piensa. Hay quienes, es más, creen que los pingüinos podrían haber sido en algún momento la principal fuente de alimento de los murciélagos.
“Es probable que los murciélagos vampiro se alimentaran durante mucho tiempo de grupos de aves marinas reproductoras y otros animales a lo largo de las costas de América Latina, antes de que se introdujera el ganado”, dice Gerald Carter, profesor asociado de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Princeton (Estados Unidos).
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El asunto está llegando a tal grado, que podría ser una de las razones de la notable disminución de pingüinos de Humboldt en esta parte del desierto de Atacama. Ante esto, es necesario señalar que los pingüinos tampoco están indefensos a los ataques de los sedientos murciélagos, pues también tienen recursos para defenderse.
Pese a lo anterior, el problema radica en que los murciélagos cazan principalmente a las crías, mismas que también son más vulnerables a la rabia que pueden transmitirles estos depredadores.
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