Para algunas personas el llanto de los bebés puede ser una molestia pero para los cocodrilos del Nilo es una señal de que la cena está servida.
Los cocodrilos son ávidos depredadores. Su capacidad de camuflarse en el agua y sus grandes hocicos les dan las características necesarias para ser la pesadilla de presas pequeñas e indefensas. Ahora, un nuevo estudio ha descubierto que tienen una predilección por tomar como presa primates jóvenes (sí, incluidos los bebés humanos). El llanto de estos infantes es lo que atrae a los cocodrilos y los vuelve la cena perfecta.
Música para sus oídos
La investigación publicada en Proceedings of the Royal Society B estudió un grupo de cocodrilos del Nilo que reaccionaba proactivamente a los llantos de primates bebés. Además, de acuerdo con el análisis, entre más intenso e irregular era el llanto de las crías, más cocodrilos reaccionaban a ellos. Este tipo de lloriqueo indica niveles más altos de angustia y los vuelven una presa mucho más fácil.
«Los cocodrilos parecen estar particularmente adaptados para estimar el grado de angustia codificado en el llanto de un bebé, independientemente de la especie homínida considerada», señalaron los autores.
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La otra cara de la moneda
A pesar de la mala fama que podrían tener estos reptiles, otras investigaciones apuntan que lo que en realidad quieren es ayudar. Como en muchos otros casos, la especie a la que perteneces no importa cuando se trata de defender a una cría indefensa. Sabemos que los cocodrilos son protectores cuando se trata de sus propios bebés, pero ¿también protegen a otros? Esa pregunta condujo el estudio de J. Sean Doody, biólogo conservacionista especializado en reptiles.
Cuando se percató que estos depredadores reaccionaban ávidamente a los llantos de crías humanas no pudo evitar cuestionarse si se trataba de un instinto depredador o de un instinto protector.
Doody y su equipo condujeron un experimento donde había bocina que reproducía llantos y los resultados fueron sorprendentes. Mientras algunos individuos intentaban atacar el aparato, otros lo defendían de los demás cocodrilos.
«Sobrestimamos a los animales en general», dijo el Dr. Doody. «Sobrestimamos especialmente a los cocodrilos grandes y de apariencia siniestra que nos asustan.»
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