Después de rozar la extinción durante el siglo XX, tres crías de lince boreal nacieron en cautiverio en Cangas del Narcea, en Asturias.
Nativo de los bosques europeos y siberianos, el lince boreal (Lynx lynx) es un depredador silencioso. Como felino de tamaño medio, es capaz de trepar las copas de los árboles con facilidad, así como de adaptarse al frío del norte del planeta sin mayores complicaciones. Sin embargo, la especie fue orillada a la extinción durante el siglo XX.
A cien años de haber desaparecido casi por completo, un chofer de autobús local en Cangas del Narcea, en la región española de Asturias, logró la reproducción de una pareja. Sus crías podrían ser la esperanza de la especie en la región, según aseguran las autoridades locales.
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Un nuevo panorama para el lince boreal en España
Si bien no es la primera vez que se reciben crías de lince en cautiverios españoles y la población se mantiene en ascenso, es una realidad que estos eventos son muy escasos. A partir de la reintroducción de un ejemplar masculino traído de Alemania, la hembra de Asturias dio a luz a tres crías. Dos de ellas tuvieron que ser rescatadas, porque su padre quiso atacarlas.
Una de ellas falleció a las pocas horas de nacer. Antes de morir, a la hembra recién nacida se le nombró «Inga». Se sospecha que no soportó una infección viral, ya que los linces —como otros felinos salvajes— son animales notablemente delicados. Por esta razón, se estima que los costos por el cuidado de las crías restantes sean elevados para la institución encargada.
La idea es reintroducirlos a los bosques asturianos una vez que cuenten con las habilidades necesarias para valerse por sí mismos. Aunque en un futuro cercano requerirán de cantidades significativas de comida, por el momento sólo se alimentarán de leche. A lo largo de los montes asturianos, los hermanos de Inga que sí sobrevivieron llevarán una vida en libertad cuando sean lo suficientemente fuertes.
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