El conejo de Pascua y los gatos negros de Halloween han pasado de ser personajes asociados con cada festividad a convertirse en los principales íconos de estas. Resulta fácil relacionarse con ellos, pues es casi seguro que en algún momento de tu vida hayas interactuado con un ejemplar de estas especies.
Algo distinto ocurre con los renos en Navidad. Su distribución silvestre es muy reducida (a comparación de los otros dos «íconos festivos»). Si crees haber visto a uno —o incluso haberlo comido — te compartimos algunas formas de identificar, con rigor científico, si se trataba de un reno auténtico.
Estas son las tres categorías más específicas usadas para describir a una especie. Usándolas, podemos distinguir, con respaldo científico, a los «renos verdaderos» de otras cornamentas comunes.
Al formar parte de la familia Cervidae (pronunciado «cérvide»), los renos y otros ungulados similares son llamados cérvidos. Comparten esta clasificación con alces, venados, pudúes y caribúes, entre otros.
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La diferencia crucial, a nivel taxonómico, es el género y la especie. De hecho, las diferencias genéticas entre cada cérvido son tan grandes que no podrían reproducirse entre sí. Los renos, identificados con el nombre de especie «tarandus» son el único miembro vivo del género Rangifer. Su nombre científico ensambla estos dos componentes: Rangifer tarandus.
En estado silvestre, hay 3 características que pueden usarse para reconocer a cada cérvido: tamaño, ubicación (también llamada «distribución») y cornamenta. Estas son las 4 especies más comunes y sus descripciones técnicas. Aplícalas a tu avistamiento para saber si en verdad se trataba de un reno.
Reno o caribú (Nombre científico: Rangifer tarandus): En un caso notorio de evolución convergente, esta especie presenta varios de los rasgos característicos de las especies anteriores.
En resumen, puedes averiguar si tus decoraciones se llevan el sello de «precisión científica» utilizando estos criterios: el tamaño de la figura respecto a Papá Noel, la forma de sus astas y la estructura y color de su pelaje. Además, puedes apoyarte de las imágenes para comparar detalles como estructura facial o proporciones corporales. Con esto, podrás pasar una Navidad libre de «cérvidos impostores».
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