La zona del río Taunton, en el estado de Massachusetts, fue testigo de una aparición desconcertante y espectacular que hizo el deleite de observadores y expertos en aves. Se trata de un águila marina, o pigargo, originaria de la península de Kamchatka, en el extremo oriental de Rusia, que también suele verse en algunas zonas de Japón, China y Corea.
Lo extraño de este avistamiento es que los pigargos son aves que no suelen alejarse demasiado de las zonas que le son conocidas. En otoño e invierno viajan hasta las islas Kuriles y Japón (especialmente en la isla de Hokkaido). También suelen llegar al noreste de China y a las dos Coreas. Sin embargo, muchos ejemplares no salen de Kamchatka, sino que sólo se limitan a viajar a la parte sur de la península.
Los expertos calculan que la distancia que este animal recorrió desde Kamchatka a Massachusetts fue de poco más de 8 mil kilómetros. Lo desconcertante es que el animal rompió todo molde característico del comportamiento de su especie.
Alex Lees, biólogo conservacionista de la Universidad Metropolitana de Manchester (Reino Unido), declaró a NPR que es poco probable que regrese a casa.
«Puede que esté condenada a vagar perpetuamente en busca de un miembro de su propia especie, permaneciendo en zonas adecuadas durante meses, pero el impulso de vagar para encontrar una pareja puede llevarla a seguir moviéndose», dijo Lees a NPR.
Ciertos factores ambientales, como el cambio climático o la pérdida de su hábitat, también provocan que algunas aves salgan de su área natural. Otras ocasiones se trata simplemente de un fallo de navegación interno.
Lees y algunos colegas publicaron un artículo en Current Biology en el que mencionan que algunas aves vagabundas pueden convertirse en pioneras de nuevos hábitats. De esta manera establecen nuevas rutas migratorias para sus especies.
El pigargo es una especie en peligro de extinción de la cual se calcula que sólo quedan unos 5.000 ejemplares, lo cual hizo aún más desconcertante el avistamiento de esta águila marina, que se caracteriza por un pico naranja brillante y sus características alas de bordes blancos.
Como muchas otras especies en peligro de extinción, el pigargo se enfrenta a diversas amenazas en la Rusia Siberiana donde habita: principalmente, la degradación de su hábitat a causa de proyectos hidroeléctricos o petrolíferos, además de la extracción de madera a gran escala y de manera inmoderada.
Igualmente resultan una amenaza los vertidos industriales o los pesticidas agresivos en su hábitat. La actividad de cacería también es un problema al que se tiene que enfrentar, pues diversos amantes de esta práctica buscan a los pigargos como parte de sus objetivos.
Asimismo, la sobreexplotación pesquera tanto en Rusia como en Japón, merma la cantidad de salmones que sirven de alimento a esta águila. Esto provoca que tengan que echar mano de la carroña con el riesgo de intoxicarse por los perdigones de plomo alojados en los cadáveres de ciervos que dejan sembrados los cazadores.
Esta águila marina de Steller, también conocida como pigargo de Steller (Haliaeetus pelagicus), llamado así en honor al naturalista alemán del siglo XVIII Georg Steller, es una de las especies más pesadas y grande del planeta: unos 5 a 9 kg, dependiendo de su sexo, y una envergadura de hasta 2,5 metros de una punta de su ala a la otra.
Concretamente son las hembras las que alcanzan un mayor peso, en comparación a los machos, que suelen quedarse en los 6,8 kilos. Sólo algunos buitres (como el buitre negro o el cóndor andino) superan este peso.
Su cabeza es la más grande de todas las demás especies de águila (incluyendo las marinas): la altura del cráneo llega a los 7 centímetros, y su longitud alcanza casi los 15 centímetros. Su longitud alcanza los 105 centímetros, poco más de un metro, lo que también la hace un espécimen imponente.
Son las costas marinas, ríos y lagos (preferentemente donde existen árboles maduros), las zonas que el pigargo prefiere para vivir. En otoño suele escudriñar los ríos en busca de salmones muertos, que forman parte importante de su dieta.
Precisamente su poderoso pico está diseñado para atravesar la dura piel del salmón, del cual también se alimenta cuando está vivo. Estas águilas también llegan a cazar en grupo de hasta 700 ejemplares, que viajan a las zonas de migración y desove de los salmones para buscar alimento.
En las épocas de escasez de peces, los pigargos recurren a los cangrejos, calamares, erizos de mar, mejillones, patos, gaviotas, o pequeños mamíferos (martas y zorros) y carroña para alimentarse.
En Rusia suele permanecer en las costas, pero cuando se le ve en Japón busca cualquier zona húmeda. En su afán de buscar carroña para alimentarse, a veces viajan hasta zonas montañosas para buscarla.
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