Convertido en leyenda por la película de terror El silencio de los inocentes, y popularizada como anuncio de fatalidad, la polilla de la muerte, también conocida como «esfinge de la calavera», tiene una reputación macabra.
Pero, a decir verdad, su característica más «escalofriante» es un chirrido bastante gracioso.
Muchos insectos hacen ruido frotando extremidades como alas y patas. Sin embargo, los sonidos de insectos producidos internamente son mucho más raros y solo unos cuantos miembros de la familia de los esfíngidos emiten chirridos.
Nadie se explicaba cómo era que la esfinge de la calavera, llamada así por el patrón de cráneo y huesos cruzados que lleva en la cabeza, producía semejante sonido.
Un equipo de científicos grabó el funcionamiento del sistema de sonido interno de la polilla: se trata de un sistema, semejante a un acordeón, que consiste de dos etapas de movimientos rápidos.
Los hallazgos, presentados en la revista The Science of Nature, confirman el mecanismo de dos fases descrito en dos estudios, eminentemente ignorados, que fueron publicados en 1920 y 1959.
Parte del objetivo de la nueva investigación era probar aquellas hipótesis con métodos modernos que incluyeron tomografía microcomputarizada y videorradiografía, informa el líder del estudio, Gunnar Brehm, zoólogo de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, Alemania.
El equipo estudió a Acherontia atropos, una de tres especies de esfíngidos y la única nativa de Europa, y descubrió que el chirrido se forma en dos etapas.
En la primera, el lepidóptero succiona aire, lo que ocasiona que una membrana situada entre la boca y el cuello, llamada epifaringe, vibre rápidamente. Luego expulsa el aire con la membrana abierta y así emite el segundo sonido.
«En esencia, el sistema de sonido es como un acordeón, con inflación y deflación de aire», explica Brehm.
La membrana y sus movimientos de acordeón son súper rápidos, de modo que cada inflación y deflación ocurre en apenas un quinto de segundo.
El nuevo estudio también podría explicar otra conducta inusual de la esfinge de la calavera: ataca colmenas para robar la miel.
«La miel es mucho más viscosa que el néctar y eso pudo haber ocasionado que la epifaringe evolucionara para funcionar como válvula», ayudando a las polillas a succionar el pegajoso alimento, prosiguió Brehm.
Del mismo modo, los poderosos músculos de la cabeza que impulsan la miel hacia la garganta pueden bombear fácilmente el aire que entra y sale.
«De modo que la producción de sonido fue una consecuencia natural», concluye Brehm.
Ian Kitching, entomólogo del Museo de Historia Natural de Londres y experto en polillas, apoya la teoría de que la alimentación con miel podría explicar el chirrido.
«Mi opinión es la misma o al menos, similar», dice Kitching, quien no participó en la investigación. «El movimiento muscular dio origen tanto a la alimentación como al chirrido».
Con todo, nadie sabe, a ciencia cierta, por qué producen el sonido.
Una teoría es que las polillas chirrían para confundir a sus depredadores y ganar tiempo, pues debido a que sus cuerpos son grandes y pesados (su alas pueden tener una envergadura de hasta 13 centímetros) necesitan alcanzar una temperatura de 40 grados centígrados antes de remontar el vuelo.
En cuanto a su capacidad para sobresaltar, Brehm dice que basta entregar un ejemplar a cualquier persona que no las conozca y aguardar para ver qué sucede. «Son de lo más imprevisibles», asegura. «La gente casi siempre se lleva un buen susto».
Otros científicos creen que el sonido está relacionado con el hábito de consumir miel.
Algunos han propuesto que el chirrido de la polilla de la muerte imita el pitido que emite una abeja reina durante los ataques de polillas, para anunciar a las obreras que dejen de moverse o se paralicen.
Si bien no hay pruebas convincentes para confirmar esa teoría, Kitching, del Museo de Historia Natural, dice que los investigadores han «observado que Acherontia chirría al llegar a una colonia de abejas y sigue haciéndolo una vez adentro».
Además, prosigue, los ruidos de las tres especies de esfinges son distintos, como también lo son las especies de abejas melíferas que atacan, de manera que «los chirridos pueden estar adaptados a los requerimientos específicos de dichas abejas».
De suerte que, al menos por ahora, la razón de los chirridos de estos lepidópteros sigue siendo un misterio.
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