Los gatos domésticos, a diferencia de sus parientes grandes como los tigres que disfrutan sumergirse en ríos y lagos, generalmente evitan el agua a toda costa. En videos hemos visto cuánto pueden amar manotear un chorro de agua o gotas cayendo, pero nunca sumergidos en una tina. Para explicar por qué los gatos odian el agua, los expertos han elaborado hipótesis y una de ella estaría vinculada a su evolución.
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Los conductistas han sugerido que la especie evolucionó en climas secos, donde el agua no era abundante. Este entorno hizo innecesario que los gatos desarrollaran afinidad o tolerancia por el agua. En segundo lugar, considera que el efecto que el agua tiene sobre su pelaje contribuye a su repulsión. Cuando se mojan, los gatos sienten su piel pesada e incómoda, lo que les impide moverse con la agilidad que les caracteriza. Además, el proceso de secado puede ser lento y desagradable para ellos.
Otra hipótesis sugiere que el agua representa una experiencia desconocida, lo que puede ser aterrador. La falta de familiaridad hace que los gatos reaccionen con miedo y desconfianza, evitando así cualquier contacto con ella. Para los felinos domésticos, el agua puede simbolizar un entorno impredecible y potencialmente peligroso.
“Como los gatos se acicalan solos, nosotros, como dueños, no solemos enseñarles a bañarse como hacemos con nuestros perros”, explicó Sandi Sawchuk , instructora clínica de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Wisconsin. “Pregúntele a alguien que tenga gatos de exposición, que deben bañarse con regularidad y han estado en el agua desde que eran jóvenes. Esos gatos lo tolerarán. No habrá pelea en absoluto”.
Finalmente, el uso del agua como castigo en algunos hogares refuerza su aversión. Los animales pueden asociar el líquido con experiencias negativas, como recibir un rociado para corregir un mal comportamiento. Este vínculo crea una reacción de rechazo, consolidando su odio por el agua.
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Muchos gatos muestran interés en jugar con agua los chorros de agua de las bañeras o las gotas que caen del grifo. Según recoge la enciclopedia Britannica, los felinos se sienten atraídos por los movimientos y sonidos del agua, estimulando su instinto de caza. Este tipo de juego es aceptable incluso para los que suelen evitar cualquier conacto.
«Cuando tienen la capacidad de controlar cuánto pueden acercarse al agua y cuánta exposición tienen, no parece importarles en absoluto», agregó Sawchuk.
No todos los félidos temen al agua; por ejemplo, el gato pescador, una especie asiática, usa sus patas palmeadas para sumergirse en busca de peces y ranas. Entre las razas domésticas, el Van Turco es conocido por nadar, a diferencia de la mayoría que evita el agua. Algunos otros como el Maine Coon y el Bengala también muestran menos temor gracias a su pelaje único, que les proporciona resistencia adicional y les permite disfrutar de un chapuzón.
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