Una bestia multicolor habita en los confines de los océanos asiáticos. Con tonalidades metálicas de azul, rojo, amarillo e incluso dorado recubriéndole el cuerpo, el camarón mantis arlequín es uno de los crustáceos más vistosos de los que se tiene registro en el mundo. También es uno de los más grandes que quedan en la Tierra.
Por la facilidad que tienen para reproducirse, algunos biólogos consideran que esta especie es peligrosa para los ecosistemas en los que habita. De salirse de control su temporada de apareamiento, una plaga de estos camarones multicolor podría devastar el entorno marino en el que se encuentre.
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El camarón mantis arlequín recibe varios nombres. Todos hacen referencia a las ‘ropas’ vistosas que le recubren el cuerpo: mantis arcoíris, mantis payaso y mantis pavorreal figuran entre ellos. Habita en las profundidades del Océano Indo-Pacífico, entre las islas perdidas de Guam y Bali, pero se le ha avistado hasta los mares de África Occidental.
Su nombre científico es Odontodactylus scyllarus. Según documenta la base de datos Naturalista, un ejemplar adulto alcanza los 18 centímetros de largo. Algunos, sin embargo, no rebasan los 3 centímetros. El camarón mantis arlequín destaca entre otras especies de crustáceos por sus patas verdes y anaranjadas, así como su capacidad única de polarizar la luz solar.
Por este medio, estos animales marinos pueden abrir los ojos en los entornos de agua salada. Además de ello, según documenta iScience, estos animales tienen las tenazas más poderosas del reino animal. Cuentan con un mecanismo de almacenamiento de energía que, a manera de un resorte potente, devuelve los estímulos con una potencia aumentada.
Así que sí: pueden soltar golpes de hasta 80 kilómetros por hora, en las profundidades de los mares asiáticos. Con un sólo golpe, son capaces de destruir la cabezas de otras especies más grandes que ellos. Ésta es quizá la mayor fortaleza que tienen para depredar a otras especies marinas.
A pesar de ser uno de los luchadores más ágiles de los océanos, el camarón mantis arlequín se extrae de su entorno natural para venderse como mascotas de acuario en Asia. Por la variedad de colores que recubren su coraza natural, los consumidores insensibles los encierran en peceras domésticas.
Muy pronto, los aficionados se dan cuenta de que su nueva adquisición terminó con los demás peces en el acuario. En algunos casos, los animales se enfurecen tanto que rompen los vidrios del tanque a golpes, desbordando el agua y matando accidentalmente a los otros peces.
Cuando no llegan a estos extremos destructivos, los camarones mantis arlequín rompen los corales artificiales al interior de las peceras, buscando hacerse de un hogar. Así que sí: como cualquier especie silvestre, ésta representa un problema para mantener en casa.
De no poder devolverlos a la tienda, los arrojan a los cuerpos de agua más cercanos —y así, alimentan la destrucción de estos entornos acuáticos. A mayor disponibilidad de peces en el espacio, más grandes y voraces se vuelven estos crustáceos multicolor.
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