Ya lo advertía en una entrevista Jane Goodall, la afamada primatóloga británica: «Vendrán más pandemias si no respetamos a la naturaleza». En gran medida, porque la destrucción del entorno natural en favor del desarrollo de la actividad humana nos acerca a posibles enfermedades con las que no teníamos que lidiar antes. Tal es el caso de la rabia humana que, recientemente, reportó infecciones en México.
Las autoridades sanitarias informaron que, en diciembre de 2022, una mujer adulta y tres menores contrajeron la infección en el estado de Oaxaca, al suroeste del país. Dos de ellos, de acuerdo con un comunicado del gobierno local, se encuentran en estado crítico. El 100 % de los casos fueron consecuencia de mordeduras de murciélago, que ya tenían la enfermedad.
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Antes que nada, habría que aclarar que no hay una epidemia de rabia humana en México. No es que todos los murciélagos en Oaxaca hayan contraído la infección, tampoco. Sin embargo, a las autoridades locales les preocupa que esta enfermedad se propague fácilmente, por el contacto cada vez más cercano que tienen las comunidades con ciertas especies infectadas.
Todos los contagios que se han reportado vienen de la comunidad de Palo de Lima, perteneciente a la Sierra Sur. De acuerdo con Alma Lilia Velasco Hernández, secretaria de salud en Oaxaca, los pacientes pertenecen a una comunidad de ‘extrema marginalidad’, que les expone a especies potencialmente infectadas.
«Para evitar la desinformación», explicó la secretaria, «hay que aclarar que los casos ya están siendo atendidos […] y los menores están hospitalizados».
Para ello, las autoridades sanitarias en Oaxaca iniciaron los protocolos de vigilancia epidemiológica correspondientes, añadió la mandataria. Aún así, se tomaron muestras de los pacientes enfermos, para confirmar que se trata de rabia silvestre —y también, descartar la presencia de cualquier otra enfermedad contagiosa.
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La Secretaría de Salud de Oaxaca define a la rabia humana como “una zoonosis viral que se transmite a través de la mordedura o el arañazo profundos de un animal infectado”. Por ello, las autoridades locales han sido enfáticas en que la población no debería acariciar, acercarse o alimentar a los animales silvestres.
El periodo de incubación de la rabia es de 2 a 3 meses. Cuando se cumple este plazo, los pacientes positivos empiezan a presentar los siguientes síntomas:
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la rabia puede prevenirse en humanos por medio de las vacunas que ya existen. Aunque la mordedura de perros callejeros es la mayor causa de contagios a nivel mundial —con un aplastante 99 % de los casos—, también es posible contagiarse con ataques de murciélagos y otros animales no domésticos.
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