La fotógrafa Frida Aspani tuvo que caminar durante 3 horas junto con su equipo de exploración antes de poder ver su primera rana de cristal (Centrolenidae). Principalmente, porque es una especie verdaderamente pequeña de anfibio: «aproximadamente del tamaño de una moneda de 5 pesos [mexicanos]«, explica en entrevista exclusiva para National Geographic en Español.
Además de sus dimensiones minúsculas, las ranas de cristal son maestras del camuflaje. Son capaces de volverse casi transparentes, de manera que los depredadores las omitan en su paso a través de la selva en Centroamérica y Sudamérica. Su primer encuentro con la especie, sin embargo, fue en el municipio de Zongolica, Veracruz. Esto fue lo que encontró.
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«Nuestra guía para encontrarla fue el sonido que hacían«, recuerda Aspani. La rana de cristal tiene un silbido único, que les permite comunicarse entre sí en la selva. Junto con sus colegas, también siguió el rastro de los huevecillos que los ejemplares dejaban sobre las hojas.
El biólogo mexicano Juan Manuel Condotrix ha sido su mentor en el proceso, por lo que la acompañó en los inicios de su expedición para encontrar a esta especie única. Se introdujeron a la selva veracruzana con el acompañamiento de Feral Frame, la empresa que organizó el viaje a través de la Sierra de Zongolica.
Esta especie vive típicamente en los bosques húmedos. Se caracterizan por la coloración verde encendido de su piel en la parte superior de la cabeza, las patas y la espalda. Esto les ayuda a esconderse de sus depredadores naturales. En el abdomen, sin embargo, es completamente transparente.
A través de ella, se pueden ver claramente sus órganos internos:
No sólo eso: se puede ver el funcionamiento de cada uno a través de su piel única, conocida como ventral transparente. Y lo que es más, cuando una hembra está embarazada, «se pueden observar sus huevecillos al interior«, recalca la fotógrafa.
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No hay una única especie de rana de cristal. Por el contrario, se trata de una familia de anfibios anuros. Se les conoce con ese nombre por la cualidad traslúcida de su piel inferior, como si verdaderamente estuvieran hechas de vidrio. El estudio de esta especie se ha vuelto retador ya que, como señala la fotógrafa, se vuelven todavía más transparentes cuando están despiertas.
La mayoría de ellas, sin embargo, se enfrenta a un panorama difícil, que obstaculiza su persistencia en el planeta:
«[…] algunas de ellas se encuentran en peligro de extinción debido a la destrucción y contaminación de su hábitat», explica Aspani.
Actualmente, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera a la rana de cristal como una especie en peligro. Por esta razón, forma parte de la Lista Roja de la institución. Con la destrucción de la selva en favor de la ganadería, la agricultura y la expansión urbana, ésta y cientos de especies de anfibios corren el riesgo de desaparecer para siempre.
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