Ciertas bacterias contenidas en el tracto digestivo de abejas nativas pueden ser utilizadas como probióticos. Aquí te contamos por qué.
De acuerdo con académicos de la Universidad Veracruzana, las bacterias del tracto digestivo de las abejas nativas podrían tener el potencial de mejorar la salud humana, ya que poseen propiedades antiinflamatorias y de antienvejecimiento de radicales libres.
En una entrevista exclusiva para National Geographic En Español, los investigadores hablaron acerca de los análisis realizados a las especies scaptotrigona mexicana y scaptotrigona pectoralis, abejas que producen miel en su estómago.
Sobre el estudio, el Dr. Amaury Andrade Velásquez, especialista en ciencia en alimentos de la Facultad de Ciencias Químicas, mencionó que la idea surgió a raíz del trabajo que realizan con bacterias que sufren de estrés tecnológico y natural.
“Las altas concentraciones de carbohidratos en la miel provocan que las bacterias tengan un difícil crecimiento. Sí hay bacterias que crecen en entornos que son muy estresantes para ellas, entonces puede que algunas resistan condiciones intestinales para el beneficio humano”, compartió.
Uso de bacterias para la salud y protección de abejas nativas
Si bien en un principio sólo se buscaban bacterias acidolácticas, tras varias pruebas se descubrió que la Weissella sp y Fructobacillus sp pueden ser utilizadas como probióticos, ya que tienen capacidades antioxidantes, resisten el PH e inhiben el crecimiento de patógenos.
No obstante, por el momento los científicos se enfocan en el uso de estas bacterias para favorecer la salud de las abejas, cuya población se encuentra en peligro por el uso de pesticidas y la llegada de abejas africanas que cargan con enfermedades.
«Las hemos probado contra la bacteria de Paenibacillus larvae, que llega a matar a toda la colmena. No tenemos evidencia si funciona contra virus o ácaros. Al exponerlas a estas bacterias benéficas las abejas mejorarán su sistema inmunitario», aseguró la Dra. Dolores Hernandez-Rodríguez, especialista en ciencias agropecuarias del Instituto de Ciencias Básicas.
De igual forma, las abejas nativas se han convertido en unas víctimas indirectas de los productores que persiguen la miel de las abejas africanas, la cual se produce a mayor escala y es más rentable económicamente.
Además, la desinformación ha hecho que muchas otras abejas nativas pierdan su colmena en zonas turísticas, pues las personas no saben que estas abejas no pican porque no tienen aguijón.
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Desafíos y próximas investigaciones del ecosistema
Respecto a los siguientes pasos, se prevé que se lleven a cabo más estudios en torno a la vegetación y el suelo de toda la región de Totonacapan. Asimismo, se realizará una investigación sobre cómo es el manejo de los recursos florales de las comunidades, pues de ellos dependen las abejas.
“Queremos ver la relación entre el micro y macro ecosistema para entender cómo se forman las comunidades de microbios. Los recursos florales que tienen alrededor de la colmena influyen en las mieles y las abejas”, explicó el Dr. Rodolfo Martínez Mota, especialista en antropología biológica del Centro de Investigaciones Tropicales.
Sin embargo, actualmente el equipo se enfrenta a la invisibilidad de muchos sistemas de producción de miel, lo que limita aspectos prácticos del proyecto. Es importante encontrar estos sistemas de producción para entenderlos a detalle de manera tradicional.
Divulgación y trabajo colaborativo para la sostenibilidad ambiental
Con el objetivo de conservar a las abejas nativas ante múltiples amenazas, los doctores esperan que la divulgación de este descubrimiento asegure la sostenibilidad ambiental, así como la participación de más personas en la conservación de la especie.
Adicionalmente, anticipan brindar alternativas a quienes crean productos con la miel, el propóleo, la cera y el polen. Este trabajo colaborativo mejorará la vida de las abejas nativas y le permitirá a los productores trabajar con las colmenas, semidomesticarlas y no destruirlas.
Para finalizar, la Dra. María Guiomar Melgar Lalanne, especialista en ciencias en alimentos del Centro de Investigaciones Biomédicas, reconoció el trabajo de todo el equipo, incluidos estudiantes y productores regionales. También, afirmó que matar animales es una de las peores cosas ambientales que se pueden hacer.
“La salud del ambiente también es salud humana, cuidemos a las abejas nativas para que haya un mejor futuro. La ciencia se hace en colectivo, somos muchos los que queremos salvar a las abejas y queremos ser más”, concluyó.
Este texto fue escrito por Gerardo Villarreal, especialista en comunicación y producción audiovisual con más de 12 años de experiencia en México, Reino Unido, España y Canadá.
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