Las autoridades han retirado más de 200 sapos gigantes, cuyo veneno es especialmente letal para los perros y puede provocar complicaciones a humanos.
La fauna de Chaotun –un municipio localizado a las faldas de la región montañosa del centro de Taiwán– tiene una nueva especie, descubierta después de que un granjero de la localidad compartiera una fotografía en redes sociales de un sapo, sin saber que se trataba de una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, según la Unión Internacional para la Naturaleza (UICN).
La imagen llegó hasta Yang Yi-ju, experta de la Universidad Nacional Dong Hwa, quien alertó a la Sociedad para la Conservación de Anfibios de Taiwán, misma que puso en marcha un equipo de voluntarios que se trasladaron hasta el lugar para iniciar una cacería en busca de más individuos.
El sapo gigante (Rhinella marina) es un anfibio nativo de América y se distribuye desde el norte de México hasta la Amazonía Central. Se identifica por su gran tamaño (los machos pueden alcanzar más de 20 centímetros y se han registrado ejemplares de hasta 2 kilogramos de peso), además de su piel llena de verrugas irregulares con tonalidades que van del verde opaco al negro, pasando por el marrón.
Durante el siglo XX, la especie fue introducida en distintas latitudes con la intención de controlar otras plagas como ratas, escarabajos, y otra clase de insectos; sin embargo, su capacidad para alimentarse de una gran variedad de animales y competir con otros anfibios nativos provocaron que el sapo gigante se convirtiera en una plaga que pone en peligro el equilibrio de los ecosistemas donde es introducido.
Aunque se tiene registro de que el sapo gigante habita en Australia, Filipinas, Papúa Nueva Guinea y Japón, se trata de la primera vez que la especie es avistada en Taiwán.
El hallazgo de sapos jóvenes (un indicador clave de que la especie se está reproduciendo rápidamente in situ) aumentó la preocupación de Yang Yi-Ju, quien organiza cuadrillas que trabajan en polígonos de búsqueda de 200 por 200 metros, una labor que hasta el 6 de diciembre se había expandido 4 kilómetros a la redonda, según reporta AFP.
La primera noche, el equipo encontró a 27 individuos en un campo donde se cultiva arroz y diversos vegetales; sin embargo, en una segunda cacería se retiraron un total de 50 ejemplares de sapo gigante.
La principal hipótesis para explicar la llegada de los sapos gigantes a Taiwán está relacionada con la reciente prohibición de la especie como mascota, una legislación que entró en vigor en 2016 y que podría haber provocado su escape o bien, su abandono intencionado por vendedores y dueños.
Uno de los principales riesgos de la proliferación de la especie está relacionado con las glándulas parótidas ubicadas detrás de sus ojos, de las cuales segregan veneno que funciona como un mecanismo de defensa ante sus depredadores.
Cuando se sienten amenazados, los sapos gigantes segregan una bufotoxina que en áreas pobladas resulta especialmente dañina para los perros, que pueden morir después de lamer o morder a un individuo de la especie.
Aunque la rápida respuesta y búsqueda de los últimos días ha permitido retirar a más de 200 individuos hasta la fecha, el peso de las ranas como un símbolo de fortuna y buena suerte en la cultura taiwanesa podría dificultar la misión de erradicar al sapo gigante antes de que sea demasiado tarde.
Según Yang Yi-Ju, es muy probable que los campesinos de la zona conocieran de antemano la presencia de la especie invasora; sin embargo, no fue hasta ahora que las autoridades medioambientales se enteraron de la situación.
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