Después de 100 años de vida, un tiburón de Groenlandia perdió la batalla contra una extraña enfermedad terminal en el cerebro.
Un ejemplar enfermo de tiburón de Groenlandia encalló en las costas del Reino Unido. Flaco, anémico y sin vida, el animal de 285 kilos fue encontrado por médicos zootecnistas del Zoological Society of London. Los restos fueron transportados a un laboratorio local, donde se analizaron en una autopsia profunda y detallada.
Después de los análisis, los patólogos se percataron de que el tiburón de Groenlandia tenía rastros de meningitis. Según señalaron en un comunicado de la institución, lo más probable es que esta condición haya terminado con su vida. Esto es lo que descubrieron al respecto.
Una infección letal
El equipo de médicos que atendió el caso del tiburón de Groenlandia aseguró que el ejemplar medía casi 4 metros de largo. Según la cobertura de Live Science, el animal tenía al menos 1 siglo de vida cuando falleció después de complicaciones de meningitis, una enfermedad que ataca directamente al cerebro y sus tejidos.
La Clínica Mayo define este padecimiento —tanto en animales como en seres humanos— como una «inflamación del tejido delgado que rodea el cerebro y la médula espinal, llamada meninge». Lo más común, explica la institución, es que se adquiera de manera oral o nasal. Una vez al interior del organismo, el virus llega al sistema nervioso y se instala en el cerebro.
Esto fue lo que le sucedió durante años al tiburón que encalló en el Reino Unido. Es muy poco común que esta especie llegue tan al sur, ya que se caracteriza por habitar las latitudes más septentrionales del planeta. En la actualidad, son algunos de los animales más longevos del mundo. A pesar de ello, por la inaccesibilidad de su hábitat, han sido poco estudiados.
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Con el cerebro completamente atrofiado
De acuerdo con los biólogos que atendieron el caso, la autopsia reveló que el cerebro del tiburón estaba completamente atrofiado. Más que nada, por los estragos que había dejado la meningitis en su organismo.
«Durante el examen post-mortem, el cerebro se veía levemente decolorado y congestionado y el líquido alrededor del cerebro estaba turbio, lo que aumentaba la posibilidad de infección», explicó James Barnett, patólogo del Equipo de Patología Marina de Cornwall, parte de Cetacean Strandings del Reino Unido.
En esta condición, era poco probable que el animal sobreviviera. Aunque tenía más de 100 años de nadar por los mares del norte, era joven en comparación a sus pares, que pueden vivir hasta 400 años. Visto así, estaría cursando apenas el primer cuarto de su vida. La infección agresiva de meningitis le impidió continuar.
A pesar de que no sobrevivió la enfermedad, los médicos aseguran que su muerte puede aportar información sobre las formas de vida de esta especie tan rara. Rob Deaville, líder del proyecto CSIP, piensa que su padecimiento podría ser producto de «las presiones humanas sobre el océano». Sin embargo, reconoce que «no hay suficiente evidencia en esta etapa para hacer alguna conexión«.
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