El tiburón toro (Carcharhinus leucas) es como el tipo rudo que todos los del barrio respetan y hasta temen. Y es que con ese cuerpo robusto y actitud territorial, las cosas parecen ser muy claras bajo el agua, pues ningún pez, en pleno instinto de supervivencia, se pondría en competencia contra un voraz contrincante que, además de pesar en promedio 300 kilos, medir hasta tres metros y nadar a 20 kilómetros por hora, se come todo lo que se le pone enfrente.
El temor de los peces tiene fundamento. Basta decir que el tiburón toro es conocido por devorar presas “antes de nacer”. No, no es un invento de la ficción, ni maldad o villanía, es un proceso que forma parte de la historia de su naturaleza. Y es que como National Geographic ha documentado, las crías de tiburón toro permanecen y se desarrollan en el útero materno después de salir de su huevo, y en ese proceso se vive una descarnada competencia entre hermanos.
La escena es impactante: en el útero, en medio de lo que parece un doble fondo, las crías que nacen primero tienen la oportunidad de alimentarse de sus hermanos más pequeños, incluidos los que no han salido del cascarón. De esta manera, hasta haber devorado a todos sus hermanos, las crías más desarrolladas, que pueden ser entre 1 y 13, esperan a estar listas para salir definitivamente del vientre de su mamá completamente sanas y fuertes.
Pero la peculiaridad de su existencia no se limita a la competencia voraz antes de nacer, sorprendentemente se extiende a otras cualidades como su extrema adaptabilidad, pues una vez fuera de la madre son completamente capaces de sobrevivir en una gran variedad de entornos, incluyendo tanto agua dulce como salada, por lo que no es raro verlos en océanos, estuarios, ríos y lagos de los cinco continentes por igual.
La respuesta corta es no. Sin embargo, sus avanzadas adaptaciones a múltiples entornos y los hábitos turísticos humanos han hecho cada vez más frecuente las interacciones, lo que ha provocado que existan ataques, que no se ha comprobado que tengan que ver con sus hábitos alimenticios.
Eso sí, cuando se trata de comida, el tiburón toro no es muy exigente, por lo que su dieta incluye una amplia variedad de peces, rayas, delfines, aves marinas y , por supuesto, otros tiburones.
Como en muchos otros casos, a pesar de ser un verdadero “gladiador”, el tiburón toro enfrenta varios desafíos en su supervivencia. Y aunque por ahora está considerado solo como especie vulnerable, la pesca excesiva y la destrucción de su hábitat son grandes amenazas que no han podido paliar.
La preocupación no es menor, considerando que, por sus cualidades, el tiburón toro juega un papel crucial en los ecosistemas costeros, pues ayudan a mantener el equilibrio de las poblaciones de especies.
Es verdad que en México existen ya esfuerzos de conservación como la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro (caribe mexicano), el Parque Nacional Arrecife Alacranes (Golfo de México) y el Parque Nacional Revillagigedo (Océano Pacífico), a la par de regulaciones de la Conapesca, como vedas temporales, cuotas de captura y prohibición de la aleteo de tiburón, pero aún falta mucho por hacer, empezando con las prácticas de pesca y turismo responsables, dos cosas que, hasta hoy, también dan miedo.
Este texto fue escrito por Karina Espinoza, historiadora del arte y editora con 15 años de experiencia en medios como El Universal, Nexos y Editorial Televisa.
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