Por primera vez en la historia, un grupo de científicos en Brasil documentó cómo las madres de tortuga arrau advierten a sus crías sobre los peligros en el entorno.
Sucedió en una de las playas arenosas cerca del Amazonas, en Brasil. Casi por error, un equipo de biólogos decidió poner un micrófono en un nido de tortugas. Las crías estaban todavía al interior de los huevos. En los registros de la bióloga brasileña Camila Ferrara, quien trabaja para Wildlife Conservation Society, se catalogó a la especie como ‘Tortuga Arrau’, típica del río.
Existía la creencia, según The Washington Post, de que las tortugas de río realmente “no hacen un uso apreciable del sonido en su rutina diaria”. Después de un tiempo de registrar el movimiento del nido, los investigadores descubrieron que los huevos no estaban en silencio. Esto fue lo que encontraron.
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Un barullo amazónico
Las tortugas arrau (Podocnemis expansa) habitan las lagunas en la cuenca del río Amazonas y el río Orinoco, en América del Sur. Se han documentado avistamientos en Colombia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia y el extremo austral de Guyana. Se caracterizan por ser reptiles gigantes de río, y comer plantas subacuáticas, frutos y flores.
Localmente, las comunidades originarias de estos países tienen una relación antigua con la especie. Wärara, buoreré y ikorimakaite son algunos de los nombres indígenas que recibe la tortuga arrau, de acuerdo con el Libro Rojo de la Fauna Venezolana. Sin embargo, los avistamientos han sido realmente escasos, porque la especie se encuentra en peligro crítico de extinción.
A pesar de que los ejemplares de tortuga arrau prosperan entre las corrientes más agresivas del Amazonas y climas calurosos, la expansión urbana y la pesca industrial están acabando con su hábitat.
A pesar de esta dificultad, el equipo de investigadores liderado por Ferrera documentó las «primeras palabras» de las crías, justo antes de eclosionar. Es casi como un barullo amazónico, como se puede reproducir en el artículo publicado por The Washington Post.
Cuando la bióloga volvió a los laboratorios para investigar más a fondo, otros colegas dudaron sobre si verdaderamente las tortugas se comunicaban entre sí. Ferrera perseveró en su búsqueda.
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Una maternidad más cercana
A diferencia de los mamíferos, los reptiles no se caracterizan por tener actitudes maternales. Por el contrario, las hembras de otras especies de tortugas terminan sus ‘deberes’ como madres en la playa, una vez que desovaron en un lugar seguro. Parece ser que éste no es el caso de las tortugas arrau.
Por el contrario, de acuerdo con la investigación de Ferrera, esta especie de tortugas fluviales tiene un ‘amplio repertorio’ de murmullos, que usan para comunicarse entre sí.
Mientras que los embriones emiten chirridos en conjunto, para coordinar una eclosión comunitaria, las madres se acercan y responden al llamado de sus crías. Sólo así pueden saber si hay depredadores u otras amenazas cerca. Visto de otra manera, es un mecanismo de supervivencia para llegar sanas y salvas al agua.
Los investigadores documentaron cómo, una vez que llegan al río, las madres dirigen a las crías río abajo. El seguimiento que hizo Ferrera por radio comprueba que esta especie tiene un comportamiento maternal mucho más cercano que otros reptiles. Y lo que es más: a partir de los registros que consiguió en Brasil, es probable que otras especies de tortugas también se comuniquen entre sí por medio del sonido —sólo que no las hemos escuchado.
“Estamos buscando sonidos en las frecuencias que podemos escuchar”, concluye la especialista. “Estamos buscando sonidos a una velocidad temporal tan rápida como hablamos. Y entonces tenemos anteojeras en nuestros oídos”.
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