Además de la deforestación, el crecimiento desmedido de la mancha urbana y la crisis climática, el Bosque Atlántico (una de las regiones más biodiversas del planeta que se extiende por el sur de Brasil, además de Bolivia y Argentina) enfrenta una nueva amenaza: la presencia de un pez invasor fluorescente que pasó de las peceras a los cuerpos de agua del sur de Brasil.
Un nuevo estudio dirigido por André Magalhães, biólogo de la Universidad Federal de São João del Rei y publicado a inicios de febrero de 2022 en Studies on Neotropical Fauna and Environment reveló la presencia cada vez mayor de peces cebra en el río Paraíba, que cruza por São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro.
Descubiertos por primera vez en la cuenca del Paraíba en 2015, el equipo rastreó la presencia de la especie en arroyos brasileños de la región cada dos meses durante un año, con el fin de analizar sus huevos y restos al interior del estómago de algunos individuos para obtener más detalles sobre su dieta.
La investigación reveló que la incipiente población se alimenta de insectos nativos, algas y zooplancton. Gracias a su alta capacidad de adaptación, los peces cebra se están reproduciendo rápidamente y según el equipo, la invasión atraviesa una primera etapa y posee el potencial para continuar creciendo, poniendo en riesgo a 3,100 especies de peces de agua dulce que habitan el Bosque Atlántico.
Una de las mayores preocupaciones de los biólogos es la probabilidad de que los genes que se encargan de dotarlos de fluorescencia se introduzcan en las especies nativas, una posibilidad cuyos efectos podrían poner en riesgo poblaciones enteras: con brillo en la oscuridad, algunas especies serían presa fácil de los depredadores.
El pez cebra (Danio rerio) es una especie popular en acuarios de agua dulce gracias a las pocas exigencias que requiere para sobrevivir. Originarios del sur de Asia, los peces cebra se adaptan fácilmente a distintas condiciones de oxígeno y alimentación, características que aunadas a su tamaño (un macho adulto alcanza un máximo de 5 centímetros de largo) los han convertido en una de las primeras opciones para quienes se inician en la acuariofilia.
Gracias a su alta capacidad reproductiva, la transparencia de sus embriones que permite observar el comportamiento de distintas sustancias en sus órganos internos y la facilidad para manipularse genéticamente, el pez cebra también ha sido ampliamente utilizado en el laboratorio durante las últimas décadas.
A finales de los 90, la especie dio un nuevo salto de popularidad cuando se empezaron a comercializar los primeros peces cebra transgénicos, producto de un desarrollo de ingeniería genética que añadió los genes responsables de la luminiscencia de algunas especies de medusas y corales que brillan en la oscuridad. Desde entonces, los peces cebra fluorescentes se comercializan en acuarios de todo el mundo tanto legal como ilegalmente.
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