Hace 13,000 años, un mastodonte murió en batalla. Según revelan sus restos fósiles, lo más probable es que haya luchado contra otro varón, en un combate para impresionar a alguna hembra de la zona. Con 34 años de vida, en la plenitud de la edad adulta, este ejemplar de mamut gigante perdió la vida a 160 kilómetros de su lugar de origen.
Originalmente, los fósiles de ‘Fred’ —como se le conoce coloquialmente— se encontraron en 1998 en un yacimiento de Indiana, en Estados Unidos. Por las dimensiones de sus colmillos, y el estado de conservación de los demás restos, los paleontólogos han podido rastrear su dieta y las condiciones ambientales a las que se enfrentó en vida.
A más de dos décadas de su descubrimiento, un estudio reciente publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) asegura que éste es el primer ejemplo de un animal que se trasladaba en temporada de apareamiento. Así lo averiguaron.
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Los mastodontes son ‘primos lejanos’ de los , «sus restos son bastante comunes y suelen estar muy bien conservados».
El caso del mastodonte Buesching (o ‘Fred’), conocido así por la granja en donde se encontró hace 24 años, ha servido para conocer información específica de días, semanas y meses en la Prehistoria. Según los investigadores a cargo del estudio, los colmillos han sido piezas clave para entender mejor sus formas de vida:
«Encontramos cambios claros en el uso del paisaje durante la adolescencia y después de la maduración hasta la edad adulta, incluido el aumento de los movimientos mensuales y el desarrollo de un área de distribución y de apareamiento solo para el verano», escriben los autores en PNAS.
Con ello, los científicos descubrieron que ‘Fred’ murió en un enfrentamiento con otro macho de su misma especie. Es posible que ambos ejemplares de mastodonte murieran buscando impresionar a alguna hembra local, después de viajar kilómetros desde su tierra natal hasta su lugar de apareamiento.
Dado que los periodos de gestación eran prologados entre los mastodontes, era común que los machos se pelearan buscando el favor de las hembras disponibles. Muchos de ellos buscaban un entorno menos hostil durante el verano, hasta el cual se trasladaban para buscar pareja. Sólo así, podían «maximizar el éxito reproductivo,» concluyen los autores.
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