A nivel sociológico, se entiende por cultura a aquel entramado histórico, político, social e ideológico que sostiene a un grupo humano determinado. La biología, después de milenios de estudio de la vida animal no-humana, revoca esta noción fundamental de las ciencias sociales: podría ser que otras formas de vida compartan la capacidad de cultivar procesos culturales entre sus pares.
El antropocentrismo es aquella concepción filosófica que centra sus esfuerzos de conocimiento y estructuras de pensamiento en el ser humano. De esta corriente renacentista, en gran medida, se decantaron las disciplinas científicas que nos acompañan hasta la actualidad.
Históricamente, también es responsable de, como pensar que la Tierra era el centro del Universo. A pesar de estar equivocados de raíz, los postulados teóricos sustentados por el antropocentrismo han influido en el pensamiento empírico y las nociones fundamentales con respecto al ser humano que se han tenido en Occidente por siglos. Uno de ellos, indiscutiblemente, es el entendimiento de la cultura.
Un nuevo estudio de la Universidad de St. Andrews sugiere que los seres humanos no somos los únicos que podemos crear una cultura propia. Por el contrario, según la investigación liderada por el profesor Andrew Whiten, esta capacidad se extiende hacia otras especies con sistemas nerviosos complejos, que les permite heredar tradiciones culturales de generación en generación.
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El estudio de Whiten no es concluyente. Por el contrario, empieza con el proceso de rompimiento de un paradigma social que ha influido a la ciencia por siglos. El autor contradice, en principio, la idea de que sólo los seres humanos somos capaces de generar cultura:
“Se pensaba que otras especies vivían por instinto y tenían alguna habilidad para aprender, pero solo los humanos tenían cultura. En las últimas décadas, un conjunto de investigaciones en rápido crecimiento ha revelado cada vez más una imagen muy diferente».
Corrientes de pensamiento enteras tuvieron que invalidarse antes de que la posibilidad de que otras especies pudieran generar cultura apareciera en el horizonte de pensamiento humano. Para la ciencia, ésta era una condición que nos separaba de forma determinante de la naturaleza y otras formas de vida: nos daba identidad como seres «racionales».
Hoy, el panorama se ha abierto a otros animales. El comportamiento de los chimpancés y de otros primates permitió al equipo de Whiten ampliar su campo de estudio conductual. Si bien es cierto que no es una condición extendida a todas las formas de vida existentes, también es una realidad que no es exclusiva de nuestra especie.
Según el artículo publicado por el experto en Science, este enfoque influirá a las nuevas generaciones de científicos, quienes «[…]seguramente buscarán ahora los alcances más amplios de la cultura en la vida de los animales, con la ayuda del arsenal sustancial de avances metodológicos desarrollados durante las últimas dos décadas».
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