7 de cada 10 hienas jóvenes en Kenia están infectadas de Toxoplasmosis, un parásito que se apodera de su sistema nervioso y las conduce a la muerte.
La risa de las hienas es una premonición para sus presas naturales. Al alcanzar la edad adulta, se posicionan como los depredadores más exitosos de la sabana. En África, incluso los leones lo piensan dos veces antes de entrometerse en su territorio: saben que, por su cuenta, es posible que no salgan de la batalla con vida. Hoy, un factor se añade al comportamiento de por sí despiadado de estos carnívoros africanos: el parásito del Toxoplasma.
Un mal consejero
Cuando interactúa con el cerebro humano, el puede provocr cáncer. Sólo en Estados Unidos, afecta a 30 millones de personas anualmente. El parásito, sin embargo, no opera de la misma manera en el sistema nervioso de las hienas. Por el contrario, si ingresa a su organismo a temprana edad, las vuelve incluso más agresivas frente a los leones, su competencia más ruda en la sabana keniana.
El sentimiento de valentía que genera una infección de toxoplasmosis en las crías puede resultar contraproducente. Más aún cuando se enfrentan a leones adultos y a otros felinos mayores, de los que generalmente se mantienen alejados durante las primeras etapas de la vida. A diferencia de los cachorros sanos, aquellos que portan el parásito se acercan a estos depredadores, quienes fácilmente los integran como parte del menú para cenar.
En lugar de permanecer en la seguridad de la manada, se ha observado que las crías infectadas en la Reserva Nacional Masai Mara de Kenia sencillamente dejan de tener un miedo saludable. La distancia prudencial que deberían de guardar frente a animales más grandes, por tanto, también se desvanece, según la cobertura de National Geographic. A lo más, el Toxoplasma podría representarles un mal consejero, instalado directamente en el cerebro.
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De acuerdo con Kay Kay Holekamp, ecóloga del comportamiento de la Universidad Estatal de Michigan, la diferencia entre las hienas bebés sanas y las enfermas es notable. Las primeras no considerarían, ni de cerca, la posibilidad de enfrentar por su cuenta a los leones y otros felinos mayores. Aquellas con toxoplasmosis desestiman el tamaño de sus adversarios.
Por esta razón, los cachorros de hiena con el parásito son mucho más vulnerables a los ataques de leones adultos. Esta condición se acentúa si los felinos tienen hambre. Según los registros del Proyecto Mara Hyena, 71 % de las crías en la reserva están infectadas, a razón del 80 % de los ejemplares adultos.
Esta misma valentía enfermiza se había identificado ya en otras especies, como los ratones, quienes al enfermarse, pierden cualquier miedo a los gatos domésticos. Sin embargo, nunca antes se había documentado el mismo patrón en animales más grandes. Aunque en sí mismo el parásito no es mortal, las consecuencias que tiene al apoderarse del cerebro de los huéspedes potencialmente sí lo son.
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