La araña joro llegó desde Asia en 2014 y desde entonces, su población no ha dejado de crecer.
La araña joro (Trichonephila clavata) es una especie nativa de Asia y común en Japón, China, Taiwán y algunas otras regiones del continente que difícilmente pasa desapercibida: a diferencia de otras arañas más discretas, las joro son fácilmente reconocibles por las franjas negras y amarillas que alternan en sus largas patas, además de su abdomen con tonos verdes, rojizos y amarillos brillantes.
Aunque no se sabe cómo cruzó el Pacífico, el primer avistamiento de la araña joro en Norteamérica ocurrió en 2014, en el pueblo de Braselton, 80 kilómetros al noreste de Atlanta.
El ejemplar fue examinado por científicos del Museo de Historia Natural de la Universidad de Georgia, quienes confirmaron que se trataba de Trichonephila clavata y sugieren que viajó miles de kilómetros dentro de un contenedor de mercancías, hasta que fue encontrada cerca de la Interestatal 85 en los Estados Unidos.
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Aunque hace siete años se desconocía la extensión que ocupaba la araña joro en los Estados Unidos, la Universidad de Georgia asegura que en septiembre de 2021, se han avistado ejemplares en al menos 25 condados. Considerando que una sola hembra puede poner hasta 1,500 huevos en su ooteca (la masa esférica que funge como capullo donde depositan sus huevos), los expertos estiman que su distribución alcanzará otros estados del país con climas similares.
Una araña joro adulta puede alcanzar hasta ocho centímetros de largo. Además de su tamaño, otro rasgo que identifica a la araña joro es su habilidad para crear telarañas largas y resistentes en tercera dimensión, incluso cuando los ángulos de ramas, porches y otras estructuras parecen estar muy alejados entre sí. De ahí que a primera vista, las joro parezcan mantenerse suspendidas en el aire; sin embargo, a la luz del Sol, su telaraña posee un característico tono dorado.
La Universidad de Georgia mantiene una estrecha vigilancia a propósito de la mayor preocupación de las joro en Estados Unidos: su potencial para incidir negativamente en las especies nativas y provocar un desequilibrio ecológico en la región. La Universidad considera que su aparición ha ayudado a controlar otras plagas como las chinches; sin embargo, sigue estudiando los posibles efectos dañinos en la flora y fauna local tras su reciente introducción.
A pesar de su apariencia, la araña joro es inofensiva para los humanos y las mascotas. Debido a la dificultad para pasar inadvertidas, las mordeduras de esta especie son extremadamente raras. Aún cuando su telaraña sea atacada directamente, las joro prefieren escapar antes de tener un encuentro con humanos y su veneno no reviste ninguna importancia médica para humanos, perros o gatos.
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