Los estragos del cambio climático son cada vez más visibles y en esta ocasión, uno de los mamíferos marinos más populares está sufriendo las consecuencias del súbito calentamiento global:
Se trata de la enfermedad de agua dulce, una afección que provoca dermatitis cutánea en los delfines con graves lesiones ulcerosas y aunque por sí misma no es mortal, hace de las heridas un blanco fácil para la aparición de bacterias letales.
El primer caso conocido de esta enfermedad ocurrió en 2005 en Nueva Orleans, exactamente después del impacto del huracán Katrina. En ese entonces, los biólogos notaron que decenas de delfines de nariz de botella murieron repletos de lesiones ulcerosas; sin embargo, no encontraron el origen de la enfermedad.
Desde entonces, el Centro de Mamíferos Marinos de California y la Universidad de Murdoch en Australia han investigado a fondo la causa de la afección cada vez más común en delfines costeros y a 15 años de la primera manifestación, un amplio estudio publicado en Scientific Reports describe el mal como enfermedad de agua dulce, debido a su relación con la disminución de la salinidad de los mares.
Según el estudio, la enfermedad de agua dulce está íntimamente relacionada con el cambio climático y la alteración de los océanos, que pierden su nivel de salinidad conforme aumenta el deshielo de los polos.
El fenómeno de desalinización es aún más grave cuando se presentan tormentas y huracanes más intensos, una característica intrínseca del cambio climático: «el incremento de la severidad y frecuencia de tormentas, huracanes y ciclones, arrojan volúmenes inusuales de lluvia que convierten las aguas costeras en agua dulce», explican los autores del estudio.
La alteración en la salinidad de las costas puede durar meses después de un huracán o tormenta, provocando un entorno hostil para los delfines , que “desarrollan lesiones cutáneas irregulares y elevadas en todo el cuerpo, que a veces cubren más del 70 por ciento de su piel”.
El estudio es la primera investigación que permite esclarecer la causa de la enfermedad cutánea y servirá de punto de partida para tratar la enfermedad de agua dulce y sus complicaciones en poblaciones de delfines; no obstante, su erradicación requiere redoblar esfuerzos para frenar el calentamiento global y sus efectos en la vida de todas las especies del planeta.
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