Una mutación genética impide a una raza específica de conejos saltar. En cambio, como si fueran acróbatas expertos, caminan sobre las manos.
Los conejos comunes tienen patas traseras poderosas. Con patadas fuertes, estos animales se pueden impulsar del piso para saltar y trasladarse. Sin embargo, éste no es el caso para los sauteur d’Alfort: una especie que, gracias a una mutación genética, sólo camina con las manos.
El mundo de cabeza: ¿por qué caminan sobre sus patas delanteras?
Como si se tratara de trapecistas expertos, los sauters d’Alfort son conejos que arrojan la totalidad de su peso sobre las patas delanteras para trasladarse. Esta condición sumamente extraña entre los mamíferos no se ha observado en ninguna otra especie. Menos aún de manera involuntaria. Por esta razón, atrajo la atención de la comunidad científica.
A pesar de ser poco frecuente, el fenómeno no es nuevo para la ciencia. Se observó por primera vez en 1935 en Francia, cuando un veterinario francés descubrió a estos «conejos acróbatas«. En ese entonces, no había pistas para descifrar el comportamiento de estos animales.
Hoy, un equipo de investigadores se dio cuenta de que esta habilidad acrobática inusual se debe a una mutación genética, que carga consigo un funcionamiento incorrecto de las células nerviosas relacionadas a la operación de cierto grupo de músculos. De acuerdo con el estudio conducido, ésta es clave para caminar de manera equilibrada.
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Nuevas pistas sobre la motricidad en mamíferos
El genetista Leif Andersson, de la Universidad de Uppsala, asegura que este estudio está construyendo un nuevo camino de investigación a propósito de la motricidad en mamíferos. Como autor principal del estudio, está convencido de que el caso de los conejos trapecistas arroja nueva luz sobre las conexiones nerviosas con el resto del organismo.
Según explica el autor para The Smithsonian Magazine, la marcha en los seres vivos es un «proceso sorprendentemente complicado«. La coordinación entre las extremidades —y más aún, de los grupos de músculos que las controlan— debe de trabajar para que el individuo pueda controlar su velocidad y equilibrio a nivel nervioso. El mismo razonamiento opera para correr, saltar y trasladarnos.
El caso de los sauters d’Alfort, bajo esta lógica, es icónico: su motricidad se ve impedida al intentar saltar por un mal funcionamiento del grupo de músculos encargados de movilizar y flexionar sus patas traseras. Con esta nueva evidencia, el campo de estudio con respecto a la motricidad animal a nivel neuronal se amplía.
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