A inicios de octubre, el Departamento de Pesca de Alaska lanzó un aviso a la población de Anchorage para mantenerse alerta cerca de ‘lagos y ríos locales’, toda vez que se registraron al menos tres ataques de nutrias de río en las inmediaciones de la ciudad en el último mes.
El primer caso que llamó la atención de las autoridades fue el de un niño de 9 años que resultó mordido por una nutria a inicios de septiembre. El encuentro ocurrió una vez que el menor se acercó a un estanque para observar a un grupo de cuatro ejemplares, que reaccionaron agresivamente y le mordieron los muslos de cada pierna.
El niño fue trasladado a un hospital para curar sus heridas y a pesar de que no fueron graves, recibió un refuerzo de la vacuna contra la rabia para evitar cualquier complicación.
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Un par de semanas después, se presentaron dos nuevos incidentes: el mismo día que una mujer fue mordida mientras protegía a su perro de un grupo de nutrias, otro perro fue mordido en el mismo lago, ubicado al este de Anchorage.
El Departamento explicó que si bien existen algunos reportes de ataques similares en los últimos años, se trata de una conducta muy inusual, pues el comportamiento de las nutrias dista de ser agresivo hacia los humanos.
La explicación principal es que los últimos ataques de nutrias de río se deben a intromisiones humanas irresponsables a su hábitat natural. Si bien esta especie no se caracteriza por una conducta agresiva, las nutrias pueden ser territoriales y responder cuando son confrontadas o bien, si se sienten amenazadas.
Alaska es hogar tanto de nutrias de río como marinas; sin embargo, su estado de conservación varía radicalmente:
Las nutrias de río se extienden por todo el estado y pueden alcanzar hasta 1.52 metros de largo y 15 kilogramos de peso. Su población se considera estable y se clasifican como una especie de preocupación menor por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
En el caso de las nutrias marinas, la legislación local les protege de su aprovechamiento comercial y únicamente permite su caza a los nativos americanos, quienes desde hace miles de años utilizan su carne y piel para su subsistencia.
A pesar de su estatus de especie amenazada reconocido en todos los Estados Unidos, el número de nutrias marinas ha descendido drásticamente en toda la costa sur de Alaska: según el Servicio de Pesca y Vida Silvestre, la región que antes concentraba más de la mitad de ejemplares a nivel mundial enfrenta una disminución de entre 55 y 67 % de la población desde 1980.
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