El oceanógrafo francés, Jacques Cousteau, llamó una vez al Mar de Cortés “el acuario del mundo”, debido a la gran diversidad biológica que existe en esa zona. Este rincón del océano Pacifico es, efectivamente, uno de los lugares más ricos en fauna marina. A pesar de esto, la pesca y otras actividades humanas han ido poniendo en alto riesgo la supervivencia de muchas especies endémicas. Éste es el caso de la vaquita marina.
La vaquita marina es también conocida como cochito, sin embargo su nombre científico es Phocoena sinus. Phocoena viene del latín y significa “marsopa”, mientras que sinus hace referencia a “cavidad”, que, en este caso, es una alusión al lugar de origen de este mamífero marino: el Golfo de California.
Las marsopas son unas especies de mamíferos marinos que pertenecen al grupo de los cetáceos. Ballenas, delfines y cachalotes son también parte de esta clasificación. Existen siete especies de marsopas, todas ellas se distinguen por ser más pequeñas, en comparación con otros animales del mismo grupo, y por la forma de sus dientes (aplanados).
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De entre todas las marsopas, la vaquita marina es la más pequeña. En consecuencia, es también el cetáceo de menor tamaño. Las primeras descripciones de este animal vienen de la mitad inicial del siglo XX. Éstas fueron el resultado del hallazgo de unos cráneos vistos en San Felipe, Baja California. Pero fue hasta 1958 que se le pudo identificar formalmente.
La descripción de este mamífero marino es muy peculiar. Se trata de un animal que llega a alcanzar 1.5 metros de longitud, en el caso de las hembras, y 1.4, en el caso de los machos. Al igual que las otras marsopas, la vaquita marina se caracteriza por ser robusta. Su cabeza es redondeada y su aleta dorsal es alta. Otros distintivos de este cetáceo son las manchas negras que tiene alrededor de los ojos y labios. En cuanto a sus colores, el lomo es gris oscuro, los costados son gris claro y el vientre es blanco.
La marsopa del Golfo de California es de aguas poco profundas. De acuerdo con la Dra. María Luisa Martínez Vázquez, del Instituto de Ecología (INECOL), la vaquita marina nunca se aleja mucho de las costas y prefiere las corrientes cálidas. Es, además, un animal que se mueve en grupos pequeños (de 2 a 3 individuos). Se vale de la ecolocación para buscar alimento y para detectar la presencia de depredadores.
El Gobierno menciona que la madurez sexual de este cetáceo se alcanza a los seis años. Los meses de apareamiento son abril y junio. La fecundidad es, frente a otras especies, baja. Se estima que una hembra puede dar a luz, a lo largo de su vida, a 5 o 7 crías.
Debido a distintos factores, la vaquita marina está en peligro de extinción desde 1996. El número de ejemplares de la especie se ha ido reduciendo año con año, a pesar de los trabajos hechos a favor de su conservación. En 2022, fue publicado un estudio de la Universidad de California en el cual, entre otros datos, se mencionaba que actualmente deben de existir 10 vaquitas marinas. Sin embargo, la misma fuente hace saber que los ejemplares restantes se encuentran en buen estado de salud, hecho que eleva las probabilidades de salvar a la especie.
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El principal motivo que está llevando a la extinción a este mamífero marino, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es la pesca ilegal de totoaba. Éste es un pez que también se encuentra en riesgo alto de desaparecer, ya que se comercia clandestinamente, sobre todo en China, por las propiedades curativas y afrodisiacas que se le adjudican.
El problema con este tipo de pesca es que muchas vaquitas han quedado atrapadas en las redes destinadas a la captura de la totoaba. En 2017, el gobierno de México prohibió el uso de estos instrumentos de pesca en el hábitat de la vaquita. Otras medidas han sido tomadas para proteger a la especie.
En 1992, todavía antes de que se declarara en peligro de extinción a la vaquita, se creó el Comité Técnico para la Preservación de la Vaquita y la Totoaba (CTPVT). Éste organismo conjuntó esfuerzos, del sector público y privado, enfocados a cuidar esta especies.
Adicionalmente, en 1997, se formó el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita Marina (CIRVA). En este grupo coinciden investigadores de Canadá, Estados Unidos, Europa y México. CIRVA lleva su trabajo hacia dos vertientes; en primer lugar está la elaboración de un plan de recuperación de la especie; en segundo, se vigila el impacto socioeconómico en las comunidades que pueden verse afectadas por las medidas propuestas.
La conservación de la vaquita marina va más allá de lo ético, dice la Dra. María Luisa Martínez Vázquez. “Al ser un depredador tope, su presencia en el ecosistema regula muchos procesos y ciclos que se verán alterados en su ausencia. Esto ya se ha observado en otros ecosistemas que han perdido a sus especies clave. En el caso que nos ocupa, es probable que las pesquerías se vean afectadas, con lo que se esperan fuertes afectaciones económicas.”
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