Los sirios pasan sus días y noches en contenedores alineados sobre lo que solían ser tierras agrícolas en la frontera turca.
Campo de refugiados, Kilis, Turquía, 36°38?50?? N, 37°05?03?? E
Los sirios pasan sus días y noches en contenedores alineados sobre lo que solían ser tierras agrícolas en la frontera turca.
Es un campo de refugiados modelo: Kilis.
Hay escuelas; un supermercado moderno donde los residentes pueden obtener tarjetas de débito financiadas por el gobierno; y un activo zoco que incluye barberías, salones de té, una tienda de aves canoras. Los contenedores vivienda están limpios y equipados con televisores, y entre ellos discurren senderos pavimentados. Expertos humanitarios de muchos países acuden a Kilis en tropel. Todos quedan impactados, impresionados; por los servicios, la generosidad de los turcos.
Sin embargo, a más de tres años que el primer grupo de 252 refugiados exhaustos cruzara desordenadamente la frontera con Siria, Kilis se ha convertido en símbolo de un problema, no en la solución.
Hoy día, el campamento está a reventar. Alberga más de 14 000 personas, apenas una fracción de los casi 1.3 millones de refugiados que buscan asilo de la guerra. Los turcos han gastado miles de millones de dólares para proporcionar techo y comida a sus vecinos desplazados, pensando que la guerra civil contra el dictador Assad no duraría mucho, y que Siria sería repoblada por repatriados agradecidos eternamente con Turquía. Pero la guerra prosigue. La buena disposición se agota. Estallan manifestaciones anti-sirias en algunas ciudades. Y los refugiados siguen llegando: la semana pasada, otros 160 000 desplazados cruzaron tambaleantes la frontera, esta vez curdos étnicos dispersados por las milicias islámicas. Con la nueva campaña de bombardeo contra los islamistas, encabezada por Estados Unidos, este torrente humano no cesará.
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?Solo esperamos?, dice Mohammed Nassuh, ex coronel sirio que vive en Kilis desde hace un año, con su familia. ?Dormimos. Comemos. Vemos pasar el tiempo. Haré lo que sea. Trabajaré de conserje. Esto no es vida?.
Los afortunados: niños desplazados por la guerra civil de Siria cantan su himno nacional en una escuela para refugiados que opera el gobierno turco. Después de más de tres años de lucha, el costo de instalaciones como esta se ha vuelto insostenible. Campo de refugiados Kilis, Turquía.
Videógrafo: Paul Salopek. Productor: Adam Jabari Jefferson
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