En 2013, lo empezaron a llamar monstruoso. Tenía dos metros de largo, del hocico hasta el último extremo de una aleta poderosa. Según los científicos que observaron sus restos, esta bestia prehistórica pudo haber sido uno de los depredadores más feroces del mar. Con 12 hileras de dientes cortos y afilados, además de dos espinas puntiagudas en la espalda, no es de sorprender que lo bautizaran como «tiburón Godzilla«.
A ocho años de la investigación inicial, nuevas características del tiburón Godzilla han aflorado en los restos fósiles encontrados. A partir de estos, se logró generar representaciones en 3D de cómo pudo haber sido a nivel óseo, así como un posible acercamiento a su apariencia física exterior.
Oficialmente, esta especie marina ostenta el nombre de Dracopristis hoffmanorum. Esto se traduce del latín como tiburón dragón, sumando a un tributo que se hizo a la familia Hoffman, quien originalmente encontró la pieza paleontológica.
Según Spencer Lucas, curador de paleontología del Nuevo México Museum of Natural History & Science, conseguir esta pieza fue como ganarse la lotería:
«Es el tiburón más grande que se haya encontrado en Nuevo México para ese tiempo geológico», dice el experto al Albuquerque Journal. «Y ciertamente el tiburón fósil más importante que se haya encontrado en Nuevo México».
La primera pieza del fósil de tiburón dragón se encontró mientras un grupo de científicos estudiaban pedazos de piedra caliza en las formaciones rocosas de Manzano, en Nuevo México. De entrada, la magnitud del animal llamó la atención, ya que pocas veces las piezas en esta zona son tan grandes.
Al analizarlas en el laboratorio, los paleontólogos se percataron de que la especie no era ni por casualidad contemporánea: las espinas prominentes en la espalda la delataron. Después de años de investigación, finalmente se encontró un ejemplar casi completo, que muestra una mandíbula con una docena de filas de dientes expuestos.
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Es común en el estudio paleontológico que las especies marinas así de antiguas se conozcan por los restos de dientes y de columna vertebral que quedaron incrustados en el sedimento terrestre. Por esta razón, encontrar el esqueleto completo es un logro pocas veces alcanzado en la historia. Éste fue el caso para el tiburón Godzilla, según el especialista en tiburones John-Paul Hodnett:
«Es muy raro encontrar material esquelético de tiburones antiguos, y mucho menos un esqueleto completo que también conservara el contorno del cuerpo y otras impresiones de tejidos blandos», señaló Hodnett. «Eso y ser una nueva especie también fue asombroso y único».
La especie se catalogó como perteneciente al género Ctenacanthus, que siguió un camino evolutivo diferente al de los tiburones de hoy hace aproximadamente 390 millones de años. La diferencia radica en sus mandíbulas, que son más grandes y menos flexibles. Según los resultados del estudio, este tiburón pudo haber sido costero, de aguas poco profundas.
Por esta razón, es probable que se alimentase de cangrejos, peces y otros tiburones más pequeños. Los dientes cortos son ideales para atenazar a las presas y perforarlas, de manera que no pudieran escapar de su mordida. Sobre las agujas en la espalda, los expertos señalan que fue una deformación defensiva. A propósito del apodo de la especie, Hodnett se limita a decir que «[…] cuando las características de este tiburón salieron a la luz, pensé que era el apodo perfecto«.
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