Es una emergencia pública de salud, de preocupación internacional.
Virus nuevos y terribles emergen repentinamente en el mundo moderno, desatando titulares impactantes y demandas de acción gubernamental inmediata. Pero en la mayoría de los casos, las causas son complejas y se han desarrollado, inadvertidas, a lo largo de años o incluso, décadas. Tal es la situación de Zika, un virus que casi todos desconocíamos hasta hace unos días, y que de pronto es el tema de ominosas advertencias y de alerta, tras una declaración de Emergencia Pública de Salud de preocupación internacional, por parte de la OMS.
Este lunes, el organismo sostuvo una reunión de emergencia, y determinó el estado de emergencia por el virus, ante su propagación y la ausencia de vacunas y de control.
Desde el jueves pasado, la Organización Mundial de la Salud y los Centros para Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, anunciaron que el virus se está ?diseminando explosivamente?. La alarma surge de una epidemia de defectos congénitos en Brasil, los cuales podrían estar vinculados la infección del virus del Zika durante el embarazo. Sin embargo, en medio del frenesí, es importante distinguir los hechos de las suposiciones, y poner el fenómeno del Zika en un contexto más amplio.
El virus fue aislado por primera vez en Uganda, en 1947, en una pequeña región llamada Bosque Zika, cerca de la costa occidental del lago Victoria, donde investigadores de la Fundación Rockefeller estudiaban la fiebre amarilla. Por una ironía, la primera víctima conocida de la infección por virus del Zika en África fue un macaco asiático: un mono Rhesus que habían encerrado en una jaula, en lo alto de un árbol, como carnada para los mosquitos portadores del virus de la fiebre amarilla.
Pero en vez de ese virus, la sangre del mono reveló esa cosa nueva que llamaron Zika.
Nadie jamás había visto al virus, mas es posible que viviera crónicamente en los monos africanos, o en algún otro huésped nativo, durante milenios. Más tarde, el mismo virus apareció, en el mismo bosque, dentro de mosquitos del género Aedes, y ahora esos mosquitos han sido identificados como los vectores de Zika, transmitiendo al virus de un huésped a otro con su picadura.
A la larga, se descubrió que los mosquitos también infectaban personas, no solo en África sino también en Asia; de hecho, desde Senegal hasta Camboya, un territorio muy extenso donde reside la especie Aedes. Los síntomas de la enfermedad, que solían ser leves, incluyeron cefalea, fiebre, sarpullido, y enrojecimiento de ojos. Luego, en 2007, el virus del Zika causó más de un centenar de casos en Yap, una isla diminuta en el Pacífico suroccidental, a donde llegó de alguna manera desde Asia continental.
Había mosquitos Aedes en la isla y estos pasaron el virus de una víctima a otra. Con todo, nadie desarrolló una enfermedad lo suficientemente grave para ameritar hospitalización. Seis años más tarde, Zika apareció de manera mucho más dramática en la Polinesia Francesa, donde envió a unas 28,000 personas (11 por ciento de la población) a recibir atención médica. De 72 pacientes que presentaron síntomas neurológicos graves, 40 contrajeron el síndrome de Guillain-Barré, un trastorno autoinmune muy peligroso, a veces precipitado por infecciones. Esa fue la primera señal de que la infección por el virus del Zika podía ser muy seria.
La segunda señal llegó en abril del año pasado, con una racha de infecciones por Zika diagnosticadas en el noreste de Brasil; una nueva localización para el virus, ahora en el continente sudamericano, y con una población humana enorme y susceptible a su disposición. La peor noticia se recibió en octubre: un incremento drástico de recién nacidos con microcefalia (cabeza pequeña, relacionada con desarrollo cerebral incompleto) en dicha región del noreste. El líquido amniótico obtenido de, al menos, dos madres contenía evidencias de la presencia del virus del Zika, lo que sugería (aunque no comprobaba) el nexo entre Zika y microcefalia. Al aumentar la cantidad de incidentes, creció la angustia. La OMS y CDC emitieron sus advertencias, y la OMS convocó a una reunión para este 1 de febrero, donde se determinó necesario declarar una emergencia de salud pública por Zika. Por desgracia, como vimos durante la crisis de Ébola, en 2014, semejante declaración no precipitará, necesariamente, una respuesta internacional coordinada y eficaz.
Además de la medicina y la salud pública, en esta historia tienen que ver la biogeografía, y las consecuencias de los viajes y la transportación humana. ¿Cómo llegó a Brasil el virus del Zika? Es posible que viajara en la sangre de algunos atletas.
En agosto de 2014, competidores de la Polinesia Francesa y otras islas del Pacífico fueron a Río de Janeiro para el campeonato de canotaje Va?a World Sprint Championship (algunos comentaristas cuestionan si la Copa Mundial de Fútbol 2014 llevó el Zika a Brasil, mas aquella competencia no incluyó equipos de las islas del Pacífico). Con todo, llevar el virus es una cosa; diseminarlo es otra muy distinta.
Hacían falta vectores para transmitirlo de una persona a otra. Un mosquito competente (Aedes aegypti, mejor conocido como el mosquito de la fiebre amarilla) es un insecto africano que, probablemente, llegó a las Américas en barcos durante la época del comercio de esclavos. Otra posibilidad es el mosquito tigre asiático (Aedes albopictus), llegado al continente en fecha más reciente; y no solo a Centro y Sudamérica, también al sur de Estados Unidos, quizás en agua contaminada con huevecillos en los embarques de neumáticos usados procedentes de Asia. Si esos mosquitos no hubieran sido trasplantados por la actividad humana, décadas y siglos antes de la aparición del Zika, entonces el virus no habría podido arraigarse aquí, entre los océanos Pacífico y Atlántico.
¿Qué sigue? Por supuesto, la principal preocupación son las mujeres embarazadas o que puedan quedar gestantes; no solo en Brasil, sino en todas las regiones cálidas de este hemisferio donde estén presentes los mosquitos Aedes. La OMS ha advertido que Zika probablemente se diseminará por todo el territorio de las Américas, excepto Canadá y Chile. Ya se han detectado casos adicionales en Colombia, Venezuela, El Salvador, México, y otros países de Centro y Sudamérica; y varias de esas naciones, incluidas El Salvador, Jamaica, y Colombia, están exhortando a las mujeres a postergar el embarazo.
Se han registrado infecciones por Zika introducidas por viajeros en Minnesota, Nueva York, Hawái (donde nació un bebé con microcefalia) y otros estados de Estados Unidos. La pregunta en esos casos, para Estados Unidos y otros países, es: ¿Las
personas infectadas pueden pasar la infección a los mosquitos Aedes, para que a su vez estos infecten a otras personas? Es una interrogante crucial, dado que el mosquito tigre asiático ya está presente también en todo el sur de Europa, incluida gran parte de Italia; y tanto el mosquito tigre como el mosquito de la fiebre amarilla viven en la mayor parte de las ciudades asiáticas. Según un cálculo, más de la mitad de la población humana vive en áreas infestadas de mosquitos Aedes. Así que los funcionarios de salud pública tendrán que estar alertas para reducir las posibilidades de que los mosquitos depositen huevos con el potencial de producir nuevos individuos adultos (particularmente, agua estancada cerca de lugares de habitación humana). También deberán sensibilizarse a la realidad social: no pueden ir diciendo a las mujeres pobres y desempoderadas, sin acceso a medios de control de la natalidad, ?No te embaraces?.
En resumen: no es algo que simplemente nos esté ocurriendo, una desgracia cósmica, un acontecimiento aislado por el cual debamos levantar un clamor y emprenderla contra nuestros gobiernos por su falta de diligencia. Todo lo contrario, es resultado de las cosas que hacemos como sociedad moderna; consecuencia de viajar, transportar personas y cosas rápidamente por todo el mundo; de tener bebés al punto en que somos más de siete mil millones de humanos en el planeta, y ahora nos hemos convertido en un recurso irresistible para cualquier virus capaz de adaptarse para depredarnos. Y también es parte de un patrón más antiguo y extenso. En 2012, el coronavirus MERS salió de Arabia Saudita, causándonos inquietud. En 2014, fue Ébola, que arrasó con África Occidental en busca de una base de huéspedes más grande. El año próximo será el virus X, y el siguiente, el virus Y. Este año, es Zika.
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