También conocido como ‘cruceta’, el Cactus castillo de hadas es una de las especies más extendidas en los ecosistemas de América del Norte.
Nopal de cruz, jacube, pitahaya naranja, cruceta: todos estos son nombres que recibe el Acanthocereus tetragonus, una de las especies de cactáceas más comunes en el continente americano. Por las columnas gruesas que lo distinguen, coloquialmente se le conoce también como ‘Cactus castillo de hadas’: en conjunto, simula la estructura de las torres de un palacio medieval.
Esta especie se caracteriza por ser arbustiva. Es decir: el tallo forma la mayor parte de la planta y, en este caso, «los troncos mayores se redondean«, según documenta la plataforma Naturalista. En promedio, llegan a crecer entre 2 y 3 metros de alto. Sin embargo, hay ejemplares que alcanzan los 7 metros de altura.
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Una cactácea americana
Los cactus castillo de hadas se han extendido a lo largo de toda América. Aunque su concentración es mayor en los desiertos de México y Estados Unidos, se tiene registro de ellos en América Central también. Por lo fáciles que son de reproducir —y los pocos cuidados que necesitan—, se han posicionado como una de las especies ornamentales más comunes en todo el continente.
En general, se puede distinguir a esta especie por tener varias ‘costillas longitudinales’, así como espinas grises. La flor del Acanthocereus tetragonus se distingue por tener finos pétalos blancos, con un centro amarillo que busca la luz del Sol.
Cuanta más luz reciba la planta, mejor floración tendrá. Por ello, cuando se usan como adornos en casa, se recomienda tenerlas cerca de ventanas o en exteriores. Aunque ésta es típicamente una especie de desierto, se le ha visto en selvas bajas caducifolias e incluso en selvas húmedas. En contraste, la especie no aguanta ambientes fríos.
Los biólogos piensan que esto se debe a que es el cactus castillo de hadas es sumamente adaptable a la humedad y a diferentes alturas. Aunque no se sabe alrededor de qué año se consiguió su domesticación, es bien sabido que existe una antigua relación entre las comunidades originarias mexicanas y la especie. De acuerdo con un estudio que realizó (SEMARNAT) en 2010, esta cactácea no se encuentra amenazada.