Los reinos biológicos son una de las clasificaciones científicas más grandes de las diferentes formas de vida. Ya desde Aristóteles había un trabajo de observación encaminado a distinguir las similitudes y diferencias de los organismos. En la actualidad, gracias al desarrollo de la biología, se sabe que, independientemente de las semejanzas morfológicas, las especies deben cumplir con otros rasgos comunes, como el tipo de respiración, reproducción, locomoción y células, para ser reconocidas dentro de un reino determinado.
El Biól. Angel Eduardo Herrera Mares, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en sistémica, menciona que el precursor de la clasificación biológica es el científico y naturalista sueco, Carlos Linneo. Fue él quien estableció al reino animal, vegetal y mineral como los primeros órdenes.
Con el tiempo otros especialistas tuvieron que desechar a los minerales para dar lugar a variadas manifestaciones de vida que merecían ser vistas desde un ángulo propio. En este sentido, Ernst Haeckel, naturalista alemán, avanzó hacia una clasificación más precisa al contemplar al reino Protista.
La historia de la sistémica (ciencia de la clasificación biológica) sigue contándose a través del trabajo de científicos que buscan reconocer y agrupar a las especies de la forma más específica. Angel Herrera señala que, hasta la fecha, se aportan valiosos datos que replantean lo conocido.
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Tomando en cuenta lo anterior, y para efectos prácticos, el experto sugiere aproximarse a los reinos biológicos desde la clasificación de Thomas Cavalier-Smith, biólogo evolutivo y taxónomo anglocanadiense, que contempla hasta seis “monarquías naturales”.
Las bacterias son organismos microscópicos y unicelulares que aparecieron hace 3 mil 500 millones de años. De acuerdo con la Biól. Vania Mendoza, especialista en ciencias del mar y limnología por la UNAM, éstas conforman el reino más abundante, pues se encuentran presentes en todos los ecosistemas. Además, carecen de núcleo, lo que lleva a que su material genético esté distribuido por toda la célula.
A estos seres vivos se les puede encontrar solos o agrupados en colonias. Su reproducción puede ser sexual o asexual. Suelen ser causantes de algunas enfermedades, como la peste bubónica, la leptospirosis o el tétanos. No obstante, algunas bacterias, alojadas en los intestinos, ayudan a degradar alimentos.
“Dentro del reino Bacteria de Cavalier-Smith se encuentran las arqueas que, de acuerdo con Woese y otros investigadores, deberían tener su propio reino. Estos microorganismos son muy distintos a las bacterias convencionales. La mayoría de ellas vive al extremo: las encontramos en aguas muy ácidas o a grandes profundidades en las chimeneas del fondo marino”, agrega Angel Herrera.
Al igual que las bacterias, los protozoarios son organismos microscópicos. Sin embargo, en contraste con el reino anterior, aquí ya se habla de especies uni y pluricelulares. Pueden ser parásitos o comensales de organismos más grandes.
Antiguamente, los cromistas eran un grupo de organismos que se agrupaban dentro del Protozoa, pero debido a estudios posteriores se decidió separarlos en un reino distinto. Sobre este punto, Angel Herrera dice que una de las características más destacables de estos seres vivos es la presencia de un tipo especial de clorofila, la cual es distinta a la de las plantas.
“En el reino Chromista existen grupos no tan conocidos, excepto los dinoflagelados, los cuales son microorganismos marinos responsables de las “mareas rojas”, pero también de los eventos de bioluminiscencia a lo largo de las costas del mundo”, añade el experto en sistémica.
Los primeros hongos datan de hace 460 millones de años. Los hay unicelulares (Ej. Levaduras) y pluricelulares (Ej. champiñones). La reproducción en estos organismos puede ser sexual o asexual. Por su metabolismo, menciona Vania Mendoza, el reino Fungi se divide en:
Por su parte, Angel Herrera apunta que el mayor atractivo de los hongos es aquello que no se puede ver de ellos. Es decir, un sistema de “cables naturales” conocidos como hifas, los cuales sirven para intercambiar citoplasmas y núcleos.
Desde la apreciación del ojo humano, éste es un reino de distinción relativamente fácil. Las plantas son organismos autótrofos que pueden ser acuáticos o terrestres. Tienen algunas de las dimensiones más variadas de la naturaleza, ya que existen ejemplares microscópicos y otros que superan los 100 metros de altura.
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Acerca del proceso que llevo a algunas plantas a dividirse entre terrestres y acuáticas, el especialista dice que el evento tuvo lugar hace millones de años, y fue el resultado de un grupo de organismos parecidos a las algas verdes que siguió su vida en el agua y otro que tenía algunas características que le permitía resistir la desecación.
“Contrario a lo que creemos, las plantas no son la principal fuente de oxígeno, sino que son las microalgas que encontramos en los océanos” aclara Vania Mendoza.
Los animales, conforme a lo explicado por Angel Herrera, pueden ser definidos por su desarrollo embrionario, el cual pasa por un estado de gastrúla y de mórula después de que un espermatozoide fecunda al óvulo.
Entre los reinos biológicos, el Animalia es el de mayor complejidad. Los miembros de esta clasificación son heterótrofos, pluricelulares y, la mayor parte, están constituidos por tejidos que forman órganos que, a su vez, configuran sistemas.
Tal y como sucede con la plantas, los animales son de proporciones diversas. Se puede pensar desde las ballenas hasta las diminutas pulgas de agua. Otra característica de los animales es que su simetría puede ser radial o bilateral.
De forma muy general, dice Vania Mendoza, los integrantes del reino Animalia pueden ser divididos entre aquellos que cuentan con columna vertebral (vertebrados) y aquellos que no tienen esta estructura (invertebrados).
“El tener diferentes formas de vida permite que los ciclos biogeoquímicos, los servicios ecosistémicos y los procesos ecológicos, se lleven a cabo. Esto es muy importante porque hace que el planeta funcione de manera óptima y, además, garantiza la sobrevivencia. Por si fuera poco, entre más diverso es un ecosistema, más resiliente es a los cambios ambientales” termina Vania Mendoza.
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